¿Ha considerado el hecho de que usted tiene acceso inmediato al Ser más poderoso del universo? Durante los últimos cuarenta años, he tenido el honor y el privilegio de reunirme con algunos de los presidentes de los Estados Unidos.
Todo jefe de estado tiene un cronograma de actividades muy ajustado y aunque muchos de sus amigos y seguidores desearían ser invitados para reunirse con alguien tan importante, debido a su tiempo limitado, sólo algunos acceden a conceder ese privilegio. Además los que pueden ir deben pasar por una revisión meticulosa antes de acercársele a un presidente.
Como hijo de Dios, usted tiene la oportunidad de obtener una audiencia inmediata con el Rey de reyes, Señor de señores, Presidente de los presidentes. Cualquiera que sea la necesidad, cualquiera que sea el momento, siempre hay tiempo para usted en Su cronograma de actividades; Su agenda está abierta para concederle una cita a usted; toda Su atención está volcada hacia usted.
¿Se le ha ocurrido a usted alguna vez, cuando está arrodillado orando, que no sólo es escuchado por la Persona más grandiosa del universo, sino que además usted tiene el privilegio de ser usado por Dios para ayudar a cambiar la vida de personas y naciones? Literalmente, Dios ha puesto a su disposición Sus vastas reservas de poder, sabiduría, amor y gracia, con la única condición de que esté dispuesto a creerle, a confiarle y obedecerle a Él.
Entonces, ¿por qué hay tantos cristianos en la actualidad que están espiritualmente impotentes y sin fruto, en comparación con los cristianos del primer siglo? Creo que la respuesta es la falta de fe.
Nuestro Señor Jesucristo, como una demostración de su amorosa preocupación y compasión por el mundo, nos ha encomendado ir y compartir las Buenas Nuevas del Evangelio por todas partes. Pero nosotros nos aglomeramos sin nada de fe en nuestras pequeñas reuniones de oración y hablamos de temas superficiales y secundarios.
Luego, nos alegramos de obtener en el nombre de Cristo, sólo lo que podemos alcanzar por medio de nuestro propio intelecto, elocuencia y habilidades organizacionales. En vez de acudir al Dios Todopoderoso del Universo y creer en Él, aun en relación con lo sobrenatural, nosotros caminamos sin propósito, espiritualmente impotentes, sin fe y sin fruto.
Los discípulos de Jesucristo conocían y oraban al Creador, al Dios Omnipotente. En respuesta a sus oraciones y a sus vidas dedicadas, Él los utilizó como embajadores de Cristo para revolucionar el perverso Imperio Romano. Lea su oración registrada en Hechos 4:
Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. Y ahora, Señor mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
¿Acaso es extraño que Dios utilizara a los cristianos del primer siglo para cambiar el curso de la historia? Ellos conocían y servían al amoroso y Todopoderoso Dios soberano del universo. El Dios a quienes ustedes adoran y sirven, es el mismo Dios y Padre omnisciente, omnipotente y amoroso a quien ellos amaban y servían. Su poder no ha cambiado, El sigue haciendo por medio nuestro, lo mismo que hizo a través de esos creyentes del primer siglo.
Por más de un año, antes que la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo comenzara sus actividades, dirigí a grupos de la iglesia en la evangelización de los dormitorios de universidades, fraternidades y clubes femeninos en el área de Los Ángeles, California; sin embargo, de lo que yo recuerdo, nadie comprometió su vida con Cristo en ninguna de esas reuniones.
Sin embargo, cuando Dios nos llamó a este ministerio, que comenzó en la primavera de 1951, inmediatamente iniciamos una cadena de oración las veinticuatro horas del día y dividimos el tiempo de oración en noventa y seis periodos de quince minutos.
Muchos cristianos dedicaban quince minutos diarios en oración a favor de nuestro nuevo ministerio en la Universidad de California en Los Ángeles.
Durante nuestra primera reunión, en un club femenino en UCLA, después que comenzara la cadena de oración, más de la mitad de las sesenta jovencitas que estaban presentes expresaron su deseo de aceptar a Cristo. En los siguientes meses, más de 250 estudiantes de esa universidad, incluyendo el presidente del cuerpo estudiantil, el editor del periódico y varios de los mejores atletas, dedicaron sus vidas a Jesucristo. La influencia de ellos fue tan grande que en el sistema de sonido de la universidad comenzaron a tocar himnos cristianos ¡todas las noches!
Esta demostración sin precedentes de las bendiciones de Dios no ocurrió por accidente. Dios estaba respondiendo a las oraciones de muchos de Sus hijos. Sus bendiciones continúan actualmente conforme Él ha querido seguir usando a la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo, para ayudar a conducir a millones de personas a nuestro Salvador, y para formar discípulos en los principales países del mundo. Nuestro mayor énfasis continúa estando en la vida de oración
A lo largo de estos años hemos aprendido que el cristiano promedio no sabe cómo orar. Un amigo que había sido cristiano por más de cincuenta años me dijo, “Yo nunca hago oración en público, y sé muy poco acerca de la oración o sobre cómo orar.”
Debido a que tantos cristianos (nuevos y viejos) ignoran muchas verdades sobre la oración, me gustaría compartirle algunos principios básicos, y responder ciertas preguntas fundamentales acerca de la oración.
Alguien dijo, “La oración es un diálogo entre dos personas que se aman mutuamente, Dios y el hombre.” Dicho en otras palabras, la oración es comunicarse con Dios. Todo cristiano tiene una línea directa de comunicación con Dios, disponible en todo tiempo. Sin embargo, la mayoría de los cristianos nunca “descuelgan el teléfono” y a menudo olvidan que la línea existe, hasta que surge una emergencia.
La oración es mucho más que palabras. Es una expresión del corazón hacia Dios. Es una experiencia, una relación, no una actividad.
Como hijo de Dios, usted está invitado a venir ante Su trono. “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios” escribe Pablo, “acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
Ya que usted habla en oración con el Rey de reyes y Señor de señores, el Creador del cielo y de la tierra, usted llega a Su presencia con reverencia. Pero Él es también su amoroso Padre Celestial, quien lo cuida y se deleita en la comunión con usted. Por lo tanto usted puede entrar en su presencia con un corazón tranquilo y gozoso, sabiendo que Dios lo ama más de lo que cualquier otra persona lo haya podido amar o lo llegue a amar.
Para mí, la verdadera oración es sencillamente comunicarse con Dios, invitándolo a conversar con usted, así como usted conversa con Él. Este concepto no es todo acerca de la oración, pero es lo básico en una oración verdadera.
Todos pueden orar. Sin embargo, sólo los que caminan en fe y obediencia a Cristo pueden esperar respuesta a sus oraciones. En la víspera de Su crucifixión, Jesús prometió a los suyos, “si algo pidiéreis en mi nombre, yo lo haré.”
El hombre hace oración instintivamente siempre que se enfrenta a una tragedia, al sufrimiento, a la tristeza o al peligro, aunque no sea más que a dioses falsos hechos de madera y piedra, o fruto de su propia imaginación pecaminosa.
Por ello debemos advertir de un peligro muy serio. Las personas siempre asimilan el carácter moral de los objetos que adoran. Los que adoran a los dioses de la lujuria, por ejemplo, se vuelven moralmente degenerados. Los que adoran a los dioses sanguinarios, del fuego y de la guerra, se vuelven sádicos, crueles y agresivos. Los que reverencian a los dioses del materialismo, se vuelven codiciosos y egocéntricos. La oración dirigida a algo o a alguien que no sea Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, está prohibida. La Palabra de Dios declara:
Pablo escribe que “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”
Al venir a Cristo y al adorarlo, usted va siendo cambiado a Su imagen:
De acuerdo con las Escrituras, “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos...”
El mismo Jesús dijo que era el único camino para llegar a Dios. El dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.”
¿Le parece esta afirmación demasiado exclusivista? Realmente no lo es. Jesucristo vino a morir por todas las personas del mundo. El promete descanso para todos los que estén cansados y agobiados.
Muchas personas que han ignorado a Dios toda su vida, al final de ésta llegan a experimentar situaciones difíciles, pero se sienten demasiado avergonzados para acudir a Él en oración. Estas personas razonan, “he ignorado a Dios toda mi vida - ahora es demasiado tarde.”
No se sienta así. Dios escucha la oración de toda persona arrepentida. Él nos probó Su amor enviando a Cristo a morir por nosotros cuando todavía estábamos en nuestros pecados. Nada de lo que hagamos conseguirá que Dios deje amarnos.
Sin embargo, usted aún no puede esperar que Dios responda sus oraciones, a menos que venga a Él en el nombre y autoridad del Señor Jesús como su único mediador, y confiese sus pecados y le reciba como Su Salvador y Su Señor.
Los que tienen corazones limpios pueden orar. Usted no sólo debe pedir en el nombre de Jesús, sino que también debe venir con un corazón limpio. El salmista dice, “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad. El Señor no me habría escuchado.”
Por lo tanto, usted no puede esperar que Dios conteste sus oraciones si hay algún pecado sin confesar en su vida. Así como la omisión de un ingrediente en una receta de cocina puede hacer que ésta fracase, también el omitir confesar algún pecado puede hacer fracasar su oración.
Los que tienen un espíritu perdonador pueden orar. Uno de los más frecuentes impedimentos para la oración es un espíritu no perdonador. Jesús dijo, “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.”
En la oración de nuestro Señor, las palabras “dar” y “perdonar” se presentan en el mismo contexto: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy; y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.”
Ninguna oración, excepto la oración de confesión, recibirá respuesta de Dios, a menos que provenga de un corazón perdonador y libre de amargura.
La posición tan común, “Bueno, yo perdono pero no olvido,” sólo hará que sus oraciones fracasen. ¿Qué sucedería si ésa fuera la actitud de Dios? Su amor ha impulsado un maravilloso olvido por el cual Dios ha prometido dejar atrás todos sus pecados y no recordarlos jamás. Usted y yo debemos venir a Dios con un corazón perdonador si queremos recibir la herencia cristiana del poder en la oración.
Los que tienen fe pueden orar. Usted también debe tener un corazón que cree si quiere que sus oraciones sean respondidas. El mismo Señor fue quien dijo, “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”, y “yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.”
También dice, “si algo pidiéreis en mi nombre, yo lo haré”, y “todo lo que pidiéreis en oración, creyendo, lo recibiréis”, y “conforme a vuestra fe os sea hecho.”
Sin embargo, muy pocos de nosotros tomamos en serio estas palabras, y pocos nos atrevemos a pedir lo que Dios generosamente nos ha prometido.
Usted debe orar porque Dios le ordena orar. En el Nuevo Testamento hay muchos mandatos a orar.
Aquí hay algunas:
Usted debe orar porque nuestro Señor nos ha dado ese ejemplo. Jesucristo, el mismo Hijo de Dios, era obediente en relación a la oración. Aunque Su día, desde la mañana hasta la noche, estaba repleto de fuertes presiones y responsabilidades, hablarle a las multitudes, sanar a los enfermos, reunirse personalmente con algunos, viajar y capacitar a sus discípulos, Él hizo de la oración lo más importante. ¡Si Jesús era tan dependiente de la comunión con su Padre, por medio de la oración a solas con Él, con mayor razón usted y yo debemos pasar más tiempo a solas con Dios!
Usted debe orar porque los discípulos y muchos otros cristianos nos han dado ese ejemplo. Las vidas de los discípulos y las biografías de los cristianos que han sido usados poderosamente por Dios a través de los siglos, nos dan un poderoso testimonio sobre la necesidad de la oración. Ellos, también, son ejemplo de obediencia al mandato de orar.
Yo no estoy sugiriendo que cada día deba pasarse largas horas en oración, aunque algunos sí son llamados a ejercer este alto privilegio. Pero usted puede “orar sin cesar” presentándole todo a Dios en oración. Aquellos que obedecen la orden de Dios de orar, son poderosamente bendecidos y grandemente usados por Dios.
Usted debe orar para tener comunión con Dios. Dios espera ansiosamente que usted se acerque a Él en oración. El libro de los Proverbios nos dice: “Más de la oración de los rectos es su gozo.”
Esta realidad debería motivarlo a pasar más tiempo con nuestro Señor, porque usted desea agradarlo y deleitarlo. Mis propios hijos me ayudan a darme cuenta de la importancia de este hecho. No importa cuán ocupado esté, cuando mis hijos Zacarías y Bradley se acercan para hablar conmigo, con mucho gusto dejo todo a un lado sólo para tener comunión con ellos. Yo anhelo y procuro estar con ellos, y siempre me muestro agradecido cuando ellos quieren estar conmigo.
Un día hace muchos años, yo estaba estudiando en casa, cuando Zacarías apareció con un montón de libros y se sentó frente a mí. Aunque ninguno de nosotros habló por un rato, yo sentí el candor de su amor.
Finalmente rompí el silencio, diciéndole, “Zac, quiero que sepas cuánto significa para mí que tú vengas y te sientes al lado mío.”
Él contestó, “Papi, por eso vine. Yo sólo quiero estar cerca de ti.”
Por primera vez en mi vida comprendí realmente cómo el gran corazón de nuestro amoroso Dios se goza en nosotros y anhela nuestra comunión.
Usted debe orar para comunicarse con Dios. El dijo, “clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”
La oración no sólo es una “puerta de escape” para salir de un problema, deleitarse a sí mismo, o lograr ciertos fines egoístas. Es su línea de comunicación con Dios. Como Su hijo, usted tiene acceso directo a Su trono. Dios le ama tanto que Él mismo se puso a su disposición en todo momento. Por medio de la oración usted le habla a Dios y Él le responde.
Usted debe orar para recibir alimento espiritual. Así como un niño necesita alimento para crecer físicamente, usted necesita alimento para crecer espiritualmente. Usted puede dejar de comer un día y no sentirá ningún efecto, pero si deja de comer por una semana, comenzará a sentirse débil y enfermo. Lo mismo sucede con su vida espiritual.
Puede pasar un día sin nutrirse de la Palabra de Dios o sin orar, sin que se vea ningún resultado aparente, pero si continúa con esta práctica, se verá desnutrido y perderá la fortaleza para vivir una vida victoriosa, y carecerá del valor necesario para dar un testimonio dinámico para Cristo.
Usted debe orar para obtener resultados. La oración sincera y que se basa en la Biblia, cambia las cosas. También cambia a los que oran para que Dios tenga la libertad de revelarles Su voluntad. La oración también libera el gran poder de Dios para cambiar el curso de la naturaleza, a las personas y a las naciones. Las oraciones fieles de cristianos consagrados, llenos del Espíritu Santo, han comprobado esto muchas veces.
Los edificios ubicados en Arrowhead Springs, California, lugar de nuestra primera oficina internacional, incluyendo la casa donde vivíamos mi esposa Vonette y yo, estuvieron muy cerca de ser devorados por las llamas durante un terrible incendio ocurrido hace algunos años. Siete de los edificios fueron destruidos.
Después de evacuar a las personas, un grupo de nuestros obreros que permanecieron luchando contra el fuego, oraron con gran ahínco durante toda una hora de la tarde para que Dios cambiara los vientos de más de 120 Kms. por hora en la dirección opuesta a los edificios. Precisamente, mientras ellos estaban orando, uno de los bomberos observó una bandera que ondeaba violentamente movida por el viento. Repentinamente, la bandera comenzó a darse vuelta y en cuestión de segundos estaba moviéndose en la dirección opuesta. Todos ellos fueron testigos de lo que Dios había hecho ante sus propios ojos.
Un mensaje urgente nos había llegado a Vonette y a mí en esa hora diciendo que las llamas habían envuelto todo el terreno de nuestra base de operaciones, incluyendo nuestra casa. Nosotros también nos arrodillamos y comenzamos a orar para que Dios cambiara la dirección de los vientos.
Aquellos que estaban luchando para controlar el fuego informaron que el calor y el humo se hicieron tan intensos, que hasta tenían que acostarse en el suelo para poder respirar, mientras lanzaban agua sobre los edificios. Luego de aproximadamente una hora, llegaron al punto de tener que abandonar nuestra casa, a las llamas que ya la estaban rodeando por los tres costados, cuando de pronto los vientos milagrosamente cambiaron de dirección y se llevaron las llamas hacia otro lado. Podría relatarle muchas otras repuestas dramáticas a la oración como ésta. Sí, orar verdaderamente cambia las cosas.
Usted debe orar para ser un testigo fructífero de Cristo. En el orden divino, lo primero es hablarle a Dios acerca de los hombres y luego hablarle a los hombres acerca de Dios. Testificar sencillamente es reunir los resultados de la oración, la oración del que habla de Cristo y las oraciones de otros. Yo estoy convencido que el factor más importante en mi conversión al cristianismo fueron las oraciones de mi santa madre.
¿A quién se le debe orar?
Usted debe orar al Padre en el nombre del Señor Jesucristo a través del ministerio del Espíritu Santo. Jesús dice:
Sus oraciones son validadas por Jesucristo e interpretadas a Dios el Padre por el Espíritu Santo. Pero como Dios es un Dios manifestado en tres personas, es perfectamente aceptable orar a Jesús o al Espíritu Santo. No hay celos entre las tres personas de la Trinidad. Pero el modelo bíblico que Jesús enseñó está dirigido al Padre.
Es estimulante y muy importante saber que cuando está orando, el Señor Jesús y el Espíritu Santo están intercediendo por usted. Pablo dice en Romanos 8:34, “Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.” Antes, en Romanos 8 Pablo escribe, “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.”
En cierto sentido hago oración sin cesar, y hablo con Dios cientos de veces al día acerca de todo. Yo comienzo mi día de rodillas en oración, adorando y alabando a nuestro Creador, el misericordioso Dios y Padre amoroso. Reconozco a Jesucristo como mi Señor y Maestro. Por fe, como un acto de la voluntad, me apropio de la plenitud del Espíritu Santo. Pido sabiduría en relación con las numerosas decisiones que debo hacer cada día. Pido por la salvación de amigos y extraños, por sanidad de las enfermedades, y por las necesidades espirituales y materiales del ministerio de la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo, así como también por las necesidades de varios obreros y líderes de otras organizaciones cristianas y sus respectivos ministerios.
Hago oración por nuestros líderes y por aquellos cuya autoridad está sobre nosotros. Inclusive pido por pequeños asuntos personales que sólo me conciernen a mí. ¡Y Dios responde!
Después, me gusta pasar todo el tiempo posible leyendo y meditando en la Palabra de Dios. A menudo me arrodillo en silencio antes de abrir mi Biblia y hablo con Dios. Le pido al Espíritu Santo, quien inspiró Sus escritos, a hacer que mi lectura sea significativa y edificante para mí.
Mientras leo, me detengo para agradecerle a Dios por Su salvación y por Su amorosa provisión, confieso todo pecado que haya en mi vida que la Biblia pudiera revelar, le pido la valentía y la fe que sus apóstoles mostraban y le agradezco por las nuevas ideas que provienen de su estrategia divina para alcanzar el mundo con las Buenas Nuevas de Su amor y perdón, por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Frecuentemente hago una pausa para orar por algunas verdades especiales o para apropiar alguna promesa.
Por la noche me arrodillo de nuevo para adorar a mi Señor, leo Su Palabra y le pregunto, “Señor, ¿hay algo en mí que te desagrada, algo que debo confesar?” Si el Espíritu Santo me revela algún pecado o debilidad, lo confieso y me apropio por fe de la victoria de Dios para mi vida. Así, yo sé que mis últimos pensamientos conscientes son del Señor, y que mis pensamientos subconscientes continuarán adorándolo toda la noche. Luego, cuando me levante, mis primeros pensamientos serán nuevamente para nuestro amado Señor.
Los grupos de oración también son fundamentales en la vida cristiana y, sin embargo, pocas reuniones son tan aburridas, tan poco atractivas y cansadoras como las de los típicos grupos de oración. La razón es sencilla. La mayoría de los cristianos involucrados en el grupo no pasan tiempo con Dios en adoración y en oración privada; consecuentemente, no tienen nada que decirle a Dios en público, excepto oraciones memorizadas aprendidas de otros cristianos, que han sido transmitidas de generación en generación.
Cuán emocionante es enseñar a otros a hablar con Dios en grupo, como si Él verdaderamente estuviera presente, como en efecto lo está. Esto permite una oración espontánea, dirigida por el Espíritu Santo, en la cual se eleva ante su presencia una alabanza o petición a la vez, conforme el Espíritu trae temas a la mente. Una buena manera de orar en los grupos pequeños, es orar por medio de pasajes favoritos de la Biblia, donde cada persona sigue versículo por versículo, y hace una oración de aproximadamente treinta segundos o menos. Pero hay tiempos especiales de oración ungida, dirigida por el Espíritu Santo, que pueden durar horas, que pueden parecer sólo minutos.
En una oración se deben incluir siempre ciertos elementos básico
Sin embargo, esto es sólo una guía y no una secuencia rígida que usted deba seguir siempre en todas sus oraciones.
Consideremos cada una de estas palabras.
Adorar a Dios es exaltarle y alabarle, honrarlo y entronizarlo en su corazón, su mente y con sus labios. La oración es a menudo confundida con un elemento vago y místico en la relación de una persona con un Dios santo al que hay que temerle. Pero la Palabra de Dios no enseña eso. Al contrario, enseña que Dios, nuestro Padre, desea tener comunión con sus Hijos.
La relación con su Padre Celestial debería ser de confianza, fe y obediencia absoluta. De igual modo, su oración debería expresar su confianza completa en Él y reflejar su fe en que Él lo escucha. Como resultado, su acercamiento a Él será de adoración y alabanza con reverencia y temor respetuoso de amor y gratitud.
Leer Salmos de alabanza en voz alta y otras porciones similares de la Biblia puede enriquecer mucho su tiempo de oración. Un corazón frío e ingrato puede ser encendido pronto y la alabanza a Dios surgirá fácilmente.
Personalmente, me siento incómodo cuando se hace referencia a Dios como “el que está allá arriba,” porque el Dios al cual adoro es Aquél al que también honro y reverencio. Él es el Dios Omnipotente, santo, creador de todas las cosas. Sin embargo, yo me siento en perfecta libertad de abrirle mi corazón, compartir las necesidades más íntimas del corazón, sabiendo que Él no sólo es el Dios santo y omnipotente, sino también mi amoroso Padre celestial. El me ama más, me comprende mejor y cree más en mí, que cualquier otra persona en el mundo.
Yo hago mi oración en todas las posturas imaginables: con los ojos abiertos o cerrados, mientras camino o cuando estoy acostado, audible o silenciosamente. Pero mi postura favorita es de rodillas. Lo primero que hago cuando me levanto por la mañana es arrodillarme y reconocer que el Señor Jesús tiene el control de mi vida, y agradecerle porque Él me ama, y porque vive Su vida en y a través de mí en todo el poder de su resurrección y presencia.
Yo le invito a continuar Su ministerio de “buscar y salvar a los perdidos” a través de mí, y a utilizarme como Él quiera.
El cristiano que necesita restaurar su comunión con Cristo debería comenzar con la confesión. El profeta Isaías declara:
Si su oración habitual comienza con una devota adoración a Dios, el Espíritu Santo le revelará cualquier pecado en su vida que necesite ser confesado. Al percibir a Dios en Su pureza, Su santidad y Su amor, usted será consciente de su propio pecado y reconocerá que es indigno delante de Él. Conforme el Espíritu Santo le revele sus pecados, usted deberá confesarlos.
Sea completamente transparente ante Dios. No utilice una máscara, ni ofrezca una actuación teatral. Él ya lo sabe todo sobre usted. Por lo tanto, dígale exactamente cómo se siente. Si usted no se siente espiritual, dígaselo. Si su corazón está frío, confiéselo. Si ha sido desobediente, confiéselo y reciba Su perdón y limpieza, la cual restaurará su comunión con El.
Nada agrada más a Dios que la expresión consistente de su fe. Y no hay mejor forma de demostrar su fe que diciendo, “Gracias.”
El escritor de Hebreos aclara que sin fe es imposible agradar a Dios.
La Palabra de Dios ordena, “Dad gracias en todo”, porque “esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” No dar gracias, es desobedecer.
Si usted está lleno del Espíritu de Dios y reconoce que Él lo controla todo, puede agradecerle no sólo por las muchas bendiciones de cada día, sino también por los problemas y adversidades. El apóstol Santiago dice, “Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.”
El apóstol Pablo escribe, “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba, y la prueba, esperanza.”
¿Puedo sugerirle que, en silencio, medite en todas sus bendiciones diarias, como por ejemplo, su salvación por conocer a Cristo, la seguridad de que sus pecados han sido perdonados, la oportunidad de servir a Cristo, la oportunidad de asistir a la escuela, su buena salud, su familia, por el trabajo, la comida y la ropa? Agradézcale a Dios por cada una de estas bendiciones.
Luego, haga una lista de cada problema, desilusión, dolor o adversidad que le preocupe, y agradézcale a Dios a pesar de todo, tal como se le ha ordenado. Dar gracias demuestra que usted realmente confía en Dios. Al expresar su fe usted agrada a Dios y le permite a Él actuar en su favor; por el contrario, un espíritu de crítica, sin fe, desagrada a Dios y obstaculiza Sus esfuerzos para bendecir y enriquecer su vida y de usarla para Su gloria.
Para muchos cristianos, la oración es como la vitrina de una tienda, pasan mucho tiempo mirando pero nunca compran nada. La súplica incluye peticiones por nuestra propias necesidades e intercesión por otros. Usted puede orar en forma general y también específica. El apóstol Pablo advierte:
Conforme usted habla con Dios, ore para que su persona interior sea renovada y vivificada, que esté alerta y viva, dinámica, fresca, siempre sensible y capacitada por el Espíritu Santo. Ore por sus problemas, ore pidiendo sabiduría y guía, ore por fortaleza para resistir la tentación, ore por alivio en tiempo de tristeza, ore por todo. No hay nada demasiado grande, ni demasiado pequeño para no traerlo ante el Señor.
Luego ore por otras personas. Los cristianos a veces no nos damos cuenta de la importancia de la intercesión. El apóstol Pablo oraba continuamente por sus convertidos.
También les pedía que oraran por él. Usted debe orar por otros cristianos y también debe animarlos a orar por usted.
Permítame ilustrarle la importancia de la oración intercesora. En 1960, el levantamiento del pueblo Mau Mau sembró el terror en Kenya, Africa. En ese tiempo, los misioneros Matt y Lora Higgens tuvieron que conducir su auto a través del corazón del territorio Mau Mau, en su trayecto hacia Nairobi. Ellos sabían muy bien que los nacionales de ese país y misioneros, habían sido asesinados en forma violenta por los terroristas, precisamente en esa zona.
Una noche, aproximadamente a 30 kilómetros de Nairobi, su vehículo se averió. Matt trató en vano de reparar el vehículo en la oscuridad. Finalmente y con mucho temor, la pareja se encerró en el auto e intentaron dormir. Juntos recitaron el Salmo 4:8 en voz alta, “En paz me acostaré y asimismo dormiré; porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado.”
Cuando se despertaron, Matt reparó el auto, y pronto llegaron a Nairobi. La semana siguiente, un pastor local les contó a los misioneros lo que había pasado mientras dormían. Tres terroristas se habían acercado al automóvil, con la intención de matarlos. Pero cuando los Mau Mau vieron a dieciséis hombres rodeando al automóvil, huyeron asustados.
Matt y Lora estaban emocionados y sorprendidos. “¿cuáles dieciséis hombres?” se preguntaban.
Semanas después, cuando regresaron a América, el resto de la historia salió a la luz cuando un amigo les preguntó, “¿han estado en peligro últimamente?”
Matt le contó sobre los Mau Mau, del problema con el auto y los dieciséis hombres. El amigo asintió emocionado. “El 23 de marzo,” dijo, “Dios puso carga en mi corazón por ustedes. Llamé a varios hermanos de nuestra iglesia, y nos reunimos dieciséis en una oración de emergencia en su favor.”
Sin lugar a dudas el cielo revelará las innumerables ocasiones en que Dios usó la oración intercesora para proteger a Su pueblo y adelantar Su reino.
Ore diariamente por su cónyuge, por sus hijos y por sus padres. Luego ore por sus amigos y por sus vecinos.
Ore por su pastor y por los misioneros. Ore por muchos otros crisitianos a quienes Dios les ha dado responsabilidades especiales. Ore por los presidentes y reyes y por todos aquellos que están en autoridad sobre usted.
Ore especialmente por la salvación de las almas, por las oportunidades diarias de presentar a otros a Cristo, por el ministerio del Espíritu Santo y por el cumplimiento de la Gran Comisión en nuestra generación. Comience con su universidad o comunidad. Ore y busque uno o más amigos cristianos que puedan ser sus compañeros de oración.
No subestime el poder de la oración intercesora por la salvación de las almas. Mis padres estuvieron casados por treinta y cinco años antes de que mi propio padre recibiera a Cristo. El amor que se tenían era fuerte, pero la indiferencia de mi padre al Señor debe haber sido un tremendo sufrimiento para mi madre y debe haberle costado muchas lágrimas. No obstante, ella perseveró en la oración por él, por mis hermanos y hermanas y por mí, hasta que finalmente comenzó a ver los resultados, y toda nuestra familia ha recibido a Cristo.
Yo oré por varios años para que mi novia, Vonette Zachary aceptara a Cristo. Cuando nos comprometimos, yo ya sabía que ella era la elegida de Dios para mí. Ella había sido muy activa en la iglesia desde su juventud, y yo di por hecho de que era cristiana. Sin embargo, conforme pasó el tiempo, me di cuenta de que Vonette era miembro de la iglesia pero probablemente no era cristiana. Las evidencias de que ella hubiera entregado su vida a Cristo eran muy pocas. Por lo tanto, yo oraba con ahínco por su salvación.
Como había rendido mi vida al Señor antes de proponerle matrimonio a Vonette, estaba decidido a no casarme con una incrédula. Las dudas fueron en aumento y comencé a preguntarme si realmente era la voluntad de Dios para mí el casarme con esta joven hermosa y maravillosa, pero para quien Dios no era una realidad, aunque yo la amaba profundamente.
Luego, un día de verano, en un retiro cristiano al cual yo la invité, Vonette rindió su vida al Señor. Mis oraciones fueron contestadas; entonces fue cuando decidimos casarnos; y hemos pasado juntos más de cuatro décadas de bendiciones, en un matrimonio maravilloso cuyo centro es Cristo.
Por lo tanto, puedo identificarme con usted si es que está orando por un hijo, hija, cónyuge o amiga, y todavía no ha visto los resultados. Le animo a confiar en el tiempo de Dios. Aunque yo quería que Vonette recibiera a Cristo pronto, Dios prefirió esperar tres años, un tiempo diferente y que lo glorificó grandemente. Él es soberano y responderá a su oración en Su estilo especial, en Su tiempo más apropiado.
Yo le animo a recibir esta palabra especial de seguridad de parte de Dios; Él desea salvar el alma de sus seres queridos, amigos o vecinos aun más que usted.
Sólo reclame la promesa de 1 Juan 5:14,15,
En ese sentido, ore por sus seres queridos y amigos con la confianza que Él lo oirá y responderá su oración como él lo prometió.
El modelo de oración integrado por adoración, confesión, acción de gracias y súplica, ha ayudado a muchos cristianos a desarrollar una vida de oración de comunicación más abierta con su Dios y Padre amoroso.
¿Cómo puede esperar usted respuesta a sus oraciones? Se deben seguir cuatro imperativos: permanecer, pedir, creer y recibir. Detengámonos por algunos momentos en cada uno de ellos.
Jesús dijo que permanecer es la clave de una oración exitosa. “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.”
En otras palabras, si usted permanece en Cristo, si su vida está totalmente rendida a Él y a Su Palabra, Él permanece en usted y, por lo tanto, usted conoce Su voluntad, puede pedir lo que quiera porque su voluntad es hacer Su voluntad. Permanecer, es sencillamente vivir una vida de fe y obediencia en la plenitud del Espíritu Santo. Una vida rendida al Señorío de Cristo, sin pecados no confesados, y estando completamente a disposición de Dios.
Si espera respuestas a sus oraciones, debe pedir. El apóstol Santiago dice: “No tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.”
Jesús dice, “Si algo pidiéreis en mi nombre, yo lo haré. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.”
En su Sermón del Monte, Jesús dijo, “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá.”
Los problemas sin resolver que hay en el mundo son tantos, que casi no se pueden contar. Hay personas que todavía están enfermas; las almas todavía no han sido alcanzadas para Cristo; hay gente mala que todavía ejerce poder financiero y político; y muchas injusticias continúan, ¡principalmente porque los hijos de Dios no piden!
Creer. Jesús prometió en Mateo 21:22, “Y todo lo que pidiéreis en oración, creyendo, lo recibiréis.” Creer es la clave de la oración contestada. Pero, ¿cómo conseguir esa fe para creer? ¿Debería usted alcanzar algún tipo de estado mental que en cierta forma se parezca a la fe? Por supuesto que no.
Dios no requiere que usted tenga mucha fe. Sencillamente debe tener fe en un gran Dios. Jesús dice:
Santiago enseñó a pedir “con fe, no dudando nada” porque la persona de doble ánimo no puede esperar la respuesta de Dios a sus oraciones.
Comprenda, lo importante es la calidad de la fe, no la cantidad. La fe viene de Dios.
No es tampoco algo que usted trata de adquirir por sí mismo. Sólo los que caminan en obediencia experimentan una vida de fe. Usted no puede estar en el trono de su vida y pretender orar con fe. Nunca encontrará usted una persona con mucha fe en un gran Dios, y que se rehúse a obedecer a Dios, Aquél en quien se le ha ordenado confiar.
El Espíritu Santo usa tres medios básicos para producir fe en la oración de una persona.
Primero, usa la Palabra de Dios. Conforme usted estudie la Biblia aprenderá más y más sobre el carácter de Dios, de Su amor, de Su sabiduría, de Su poder, de Sus obras y de Su soberanía. Mientras más conozca a Dios, mayor será su confianza en Él. La “fe”, escribe Pablo, “es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”
Segundo, El utiliza la comunión con otros cristianos y muchas circunstancias y experiencias. Por ejemplo, su fe en Dios crece a medida que usted observa a un amigo que sea usado por Dios para llevar a otros a Cristo. Al compartirle su experiencia, ese testimonio lo impulsa a creer que Dios puede usarlo a usted también.
Tercero, El usa impresiones o convicciones fuertes. El apóstol Pablo nos dice en Filipenses 2:13, “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”
Por ejemplo, cinco estudiantes de secundaria comenzaron a sentir su responsabilidad ante Dios, a la luz de San Mateo 28:18-20. Cada uno de estos estudiantes se sintió impulsado a hacer una lista de tres amigos, a los que querían reclamar para Cristo. La primera semana se reunieron diariamente a orar para que esos amigos sintieran la necesidad de Dios. La segunda semana oraron para ser instrumentos de Dios. La tercera semana oraron por oportunidades para hablarles a sus amigos de Cristo. En esa última semana quince estudiantes recibieron al Salvador.
Por fe, apropie las respuestas a sus oraciones. Si usted sabe que permanece en Cristo, es controlado por el Espíritu Santo y está orando de acuerdo con la Palabra y la voluntad de Dios, entonces puede estar seguro que Dios contestará su oración.
Por lo tanto, prepárese para recibir la respuesta. Imagine que ya está recibiendo la respuesta a su pedido, y comience a dar gracias a Dios por eso.
En 1954, Roger Bannister rompió la marca de los cuatro minutos para correr una milla. Esta marca nunca había sido rota a lo largo de la historia, pero Bannister creyó que podía hacerlo. Él desarrolló una imagen mental de sí mismo rompiendo el récord de los cuatro minutos para la milla, y así lo hizo. Desde 1954, cientos de otros atletas han superado la marca de cuatro minutos para la milla, sencillamente porque Roger Bannister comprobó que podía hacerlo.
Si una persona puede alcanzar el éxito tan sólo utilizando recursos humanos, ¿cuánto más podrá usted lograr, si deposita su fe en el Dios Omnipotente y si apropia Sus recursos sobrenaturales e inagotables?
Es sencillo. Todo lo que usted imagine vívidamente, desee ardientemente, crea sinceramente y lleve a cabo poniendo todo su entusiasmo, inevitablemente tiene que hacerse realidad, asumiendo, por supuesto, que hay base bíblica para eso.
Consideremos, por ejemplo, la Gran Comisión. Por muchos años, desde el memorable instante en que Dios me dio la visión de fundar este ministerio y la visión por el mundo, he quedado fuertemente convencido de que el Espíritu Santo quiere ver cumplida la Gran Comisión en esta generación. Como esa profunda impresión original que data desde 1951, he hecho de la Gran Comisión ha sido mi prioridad número uno, como una expresión de mi amor por el Señor y por mi deseo de obedecerle.
Yo he tenido un cuadro mental vívido de lo que requiere el cumplimiento de la Gran Comisión - saturar el mundo con el evangelio, discipular y capacitar líderes clave usando medios tecnológicos, material impreso y audiovisual en sus diversas formas para comunicar el amor de Dios a nivel mundial.
Veo claramente, con los ojos de la mente, un día en el futuro inmediato, cuando millones de personas en la tierra conocerán las grandes verdades sobre el amor de Dios y el perdón en Jesucristo y coronarán al Señor de señores. Yo sé que el cumplimiento de la Gran Comisión es la voluntad de Dios, porque es su mandato y el deseo de su corazón. Por ello yo anhelo ardientemente que eso suceda.
Además, creo sinceramente que la Gran Comisión se cumplirá porque es idea de Dios no del hombre. A mí me resultaría increíble que nuestro Señor nos haya dado ese mandato sin proveernos los recursos necesarios para cumplirlo.
Finalmente, debido a que lo imagino tan vívidamente, lo deseo ardientemente y creo con sinceridad en el cumplimiento de la Gran Comisión en mi generación, puedo actuar con entusiasmo en pro de esa meta, dándome por completo a la tarea y ayudando a movilizar a millones de personas hacia su cumplimiento.
Determine, sobre un fundamento bíblico claro, ¿qué quiere Dios que usted imagine vívidamente, desee ardientemente, crea sinceramente y actúe con gran entusiasmo para ayudar al cumplimiento de la Gran Comisión?. Empiece pensando en su propia vida, en su hogar, su comunidad, su estado, su nación y el mundo por el cual usted está especialmente preocupado.
Destapando la fuente de poder.
Puede ser que, además de su ministerio personal, Dios quiera que usted ore por el personal de las emisoras de radio o de televisión o el periódico, para que sean una influencia justa. Puede ser que El quiera que usted pida que un colegio, una universidad, una oficina, o una comunidad, o que toda persona dentro del radio de un kilómetro de su hogar, o que todo hogar de la ciudad entera, sea visitado personalmente por obreros capacitados que presenten a Cristo inteligentemente, en oración y amor.
Recuerde que, conforme usted se inclina en oración, está poniendo en acción una fuente de poder que puede cambiar el curso de la historia. El poder incomparable de Dios, Su amor, Su sabiduría y Su gracia están a su disposición, si tan sólo le cree a Él y se lo pide. Recuerde siempre que Jesús prometió que usted haría los mismos milagros que Él hizo, y aún mayores.
¿Se unirá a nosotros en una oración para que el Señor de la cosecha envíe cuatro millones de discípulos a trabajar junto con miles de iglesias locales de todas las denominaciones, y con otros movimientos y organizaciones que deseen ver cumplida la Gran Comisión en esta generación?
¿Orará también por un derramamiento poderoso del Espíritu Santo de Dios en el mundo entero, y por el dinero y los materiales necesarios para el cumplimiento de la tarea dada en la Gran Comisión?