Deseo presentarle el mayor reto que se le haya hecho a hombre alguno, de parte de la persona más extraordinaria que ha vivido. No importa cuán rico, cuán famoso, cuán brillante o cuán poderoso sea usted, ninguna causa a la que se entregue se puede comparar con este llamado de Dios, que cambia vidas, e inclusive cambia al mundo.
No importa cuántos honores, premios y logros haya alcanzado, nada puede siquiera compararse con este mandato de nuestro Señor Jesucristo, de ayudar a llevar Su mensaje de amor y perdón a toda persona en toda comunidad, en todo país del mundo, y hacer discípulos en todas las naciones.
Hoy vivimos en un mundo de cambios rápidos y radicales. Los corazones de los hombres están llenos de temor y angustia, frustración y desesperación. El género humano ha demostrado ser incapaz de enfrentarse con los serios problemas de nuestro tiempo, la explosión demográfica, la contaminación ambiental, los altos índices de crimen y violencia, la rebelión sexual, el alcoholismo, la adicción a las drogas, el aborto, al pornografía, la excesiva urbanización, y la decadencia política, social y moral.
¡Qué buen momento para que los cristianos participen en la más grande cosecha espiritual desde el Pentecostés! Esta hora oscura y desesperada para los asuntos del género humano, es una hora de destino, un tiempo de oportunidades sin precedente para los cristianos. Esta es la hora para la cual nacimos, para poner en marcha una revolución espiritual poderosa y arrolladora que cambie el curso de la historia, y le revele al género humano que el Evangelio glorioso de nuestro Señor Jesucristo, ofrece las soluciones básicas para todos los problemas que enfrenta la humanidad.
Si esta declaración suena simplista o melodramática, haga una prueba, sólo aplique los Diez Mandamientos, la Regla de Oro y otras enseñanzas de Jesús, como por ejemplo Su mandato de amar a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente, y a su prójimo como a sí mismo (aun a sus enemigos) a cada uno de estos problemas y observe cómo se evaporan ante sus ojos.
Si tuviera el privilegio de escribir una noticia sobre los más grandes eventos de todos los siglos, uno de los más importantes sería una reunión en una montaña cerca de Galilea, donde un pequeño grupo de hombres recibieron una estrategia global para llevar el amor y el perdón de Dios a un mundo perdido y moribundo. En esa montaña, esos hombres recibieron el desafío más grande que se haya dado al género humano, y al cual me refiero, de parte de la persona más maravillosa que ha vivido, concerniente al poder más grande que se haya revelado y a la mayor promesa que se ha conocido. Me refiero, por supuesto, a la Gran Comisión de nuestro Señor Jesucristo, que Él dio a sus discípulos y, a través de ellos, a todos nosotros. El dijo:
Luego, en el Monte de los Olivos, nuestro Señor dio Su palabra final a Sus discípulos y a nosotros, antes de ascender al Padre. Él dijo:
Si estos encuentros no se hubieran llevado a cabo y no se hubiera dado el mandato y la promesa de nuestro Señor, usted no estaría experimentando ahora el amor, el perdón, el gozo y el propósito de la gracia incomparable de Dios, disponible a todos los que creen en Cristo. En realidad, yo no estaría escribiendo este mensaje.
La Gran Comisión siempre ha sido el enfoque de mi vida desde aquel momento a medianoche, en la primavera de 1951, en que Dios me habló de una forma soberana, única y sobrenatural, en relación a mi rol para ayudar a cumplir Su mandato. La visión abarcó al mundo entero y resultó en el ministerio de la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo.
Desde ese tiempo hemos crecido de dos coordinadores, que éramos mi esposa Vonette y yo, en la universidad de UCLA en California, a más de veinte mil coordinadores de tiempo completo, asociados y voluntarios, sirviendo a nuestro Señor en los 193 países más importantes, representando 97% de la población mundial.
Decenas de millones de personas han recibido a Cristo como su Salvador y Señor por medio de este ministerio, y millones de éstas han sido discipuladas para ganar y discipular a otros, generación espiritual tras generación.
Por mi parte, trato de evaluar todo lo que hago cada día a la luz de cómo esto contribuirá al cumplimiento de la Gran Comisión. Algunas veces me pregunto, “¿Estás sorprendido del crecimiento y el éxito impresionante de la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo?” Mi respuesta es “No”, porque según la visión original que Dios me dio en 1951, apenas hemos comenzado a ver lo que Dios va a hacer.
¡Todavía no hemos visto lo mejor!
Me siento verdaderamente empequeñecido y profundamente agradecido por el privilegio de servir en este ministerio. Sin embargo, no estoy sorprendido al ver los milagros de la gracia de Dios, durante las últimas cuatro décadas, a la luz de la visión dramática que Dios me dio del mundo, y lo que va a pasar respecto de la cosecha espiritual.
La Gran Comisión dada por nuestro Señor es para todo creyente, no sólo para los coordinadores de la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo, y para unos cuantos misioneros y pastores que aman a nuestro Señor. El mandato de ayudar a alcanzar el mundo para Cristo es para todo creyente. Cada uno de nosotros tiene un importante papel que jugar, dado por Dios, en ayudar a cumplir esta Gran Comisión.
En una de mis primeras clases de periodismo, aprendí que el primer párrafo denominado “encabezado”, en una buena noticia, usualmente responde a seis preguntas básicas: Quién, Qué, Por qué, Dónde, Cuándo, y Cómo.
En este libro, quiero compartirle una estrategia positiva y práctica que responde a estas seis preguntas básicas.
¿Sólo nuestro Señor Jesucristo podría decir, «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra?» Jesús es el único Hijo de Dios. Su nacimiento milagroso, su muerte sustitutoria y su resurrección corporal son los eventos más importantes de la historia humana. Dios se hizo hombre. Él murió en la cruz y se levantó de entre los muertos, para salvar a las personas del pecado y para dar vida eterna a todos los que le reciben. El resultado fue una revolución espiritual que cambió al mundo del primer siglo, y alteró dramáticamente el curso de la historia.
Jesús de Nazaret, la persona más revolucionaria que ha vivido, produjo los más grandes beneficios de toda la historia del género humano, transformando las vidas de cientos de millones de hombres y mujeres. El historiador Phillip Schaff dijo, “Jesús de Nazaret, sin armas y sin dinero, conquistó a muchos más millones que Alejandro, César, Mahoma y Napoleón. Sin ciencia ni educación formal, Él arrojó más luz sobre los asuntos humanos y divinos que todos los filósofos y eruditos puestos juntos.
Sin la elocuencia académica, Él habló palabras de vida como nunca antes se habían pronunciado, y produjo resultados que van más allá del alcance de cualquier orador o poeta. Sin escribir ni una línea, El ha puesto más plumas en movimiento y ha inspirado más temas para sermones, discusiones, obras de arte, enciclopedias, y las más dulces canciones de alabanza, que toda la multitud de grandes hombres de los tiempos modernos y antiguos puestos juntos. Nacido en un pesebre y crucificado como un malhechor, Él controla hoy el destino del mundo civilizado y rige un imperio que abarca la tercera parte de los habitantes del mundo.”
Jesucristo cambia a los hombres, a las mujeres, y a las naciones. Dondequiera que llega su mensaje, las vidas son transformadas. El gran estadista misionero Dr. Samuel Zwemer dijo acerca de nuestro Salvador, “El Evangelio no sólo convierte a los individuos, sino que cambia la sociedad. En todo campo misionero, desde los días de William Carey, los misioneros han realizado un verdadero Evangelio social. Estos establecieron normas de limpieza e higiene, promovieron la industria, elevaron la condición de la mujer, restringieron las costumbres antisociales, abolieron el canibalismo, la crueldad y los sacrificios humanos, organizaron la ayuda contra el hambre, detuvieron las guerras tribales y cambiaron la estructura de la sociedad.” Pablo escribe a los Colosenses:
Cuando usted representa al Señor Jesús siendo su discípulo, puede estar seguro que está representado a la Persona que posee todo poder, sabiduría y autoridad.
Usted lo tiene todo por cuanto lo tiene a Él. Jesús dijo:
Ningún poder puede resistirse cuando usted actúa en obediencia y fe como Su embajador. Usted tiene la promesa, “mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo”. También, tiene la seguridad de que las puertas del infierno no prevalecerán contra usted. Cuanto más comprenda quién es Jesucristo y todo lo que Él ha hecho y hará en y a través de usted, más querrá confiar en Él, obedecerle y servirle completamente.
¿A quienes dio Cristo la Gran Comisión? Jesús dio la Gran Comisión no sólo a Sus once discípulos, sino a todos aquellos que han creído en Él a través de los siglos. Por lo tanto, todo cristiano debería involucrarse dinámica y continuamente en ayudar a cumplir la Gran Comisión como manera de vivir, a través de la utilización de sus vidas, talento y finanzas.
Poco después que Jesús dio la Gran Comisión, Dios el Espíritu Santo, en el día de Pentecostés, transformó y capacitó la vida de los mismos discípulos quienes, durante Su pasión y crucifixión, habían negado a nuestro Señor y la mayor parte lo habían abandonado. Después del Pentecostés, salieron con valentía y audacia, dispuestos a arriesgar sus vidas por la proclamación del mensaje de amor y perdón de Dios en Cristo. En efecto, todos los discípulos murieron como mártires predicando el Evangelio, excepto Juan, quien murió en el exilio en la Isla de Patmos, después que sobrevivió a ser quemado en un caldero de aceite por razón de su fe.
Por alguna extraña razón tenemos la idea que los primeros cristianos eran diferentes de nosotros, que ellos poseían una calidad de vida a la cual no podemos aspirar. Sin embargo es un hecho histórico que las personas a las que Dios dio Su Gran Comisión eran individuos comunes y corrientes, trabajadores normales, plagados de las mismas debilidades que nosotros. La única diferencia entre la mayoría de ellos y la mayoría de nosotros radica en dos cosas:
Primero; tenían plena confianza en un Señor resucitado, triunfante sobre la muerte. Aquel que vivió entre ellos y que volverá otra vez para reinar en la tierra
Segundo; estaban llenos del Espíritu Santo. En la actualidad, si hubiera suficientes cristianos totalmente comprometidos con el Señor resucitado, que está pronto a volver y fueran controlados y dirigidos por el Espíritu Santo, nosotros cambiaríamos nuestro mundo y experimentaríamos una poderosa revolución espiritual como aquella del primer siglo.
La Gran Comisión es el mandato de nuestro Señor Jesucristo de llevar el Evangelio a toda persona a través del mundo y hacer discípulos de todas las naciones. Involucra edificar y multiplicar discípulos de todas las naciones, para que éstos puedan, a su vez, saturar sus naciones con las Buenas Nuevas, y capacitar a otros discípulos para hacer lo mismo, generación espiritual tras generación espiritual, por medio de un proceso de multiplicación espiritual.
Cristo no nos mandó a cristianizar a todas las naciones; Él nos llamó a evangelizarlas y discipularlas. Nuestra responsabilidad es predicar y enseñar el Evangelio vivo de Cristo; la responsabilidad del Espíritu Santo es hacernos testigos efectivos. Con la responsabilidad, sin embargo, Cristo también nos dio todo lo necesario para tener éxito.
Hay por lo menos cuatro buenas razones.
Primero; Cristo nos ordenó hacerlo. Un buen entrenador de atletismo presenta una lista de reglas y normas que los atletas deben seguir y les dice, “Estas son las cosas que ustedes deben cumplir si esperan formar parte del equipo.” Los atletas tienen en cuenta esto y obedecen las reglas, o de lo contrario no son incluidos en el equipo.
El patrón le dice a su empleado, “éstas son las reglas” y el empleado las obedece o pierde el trabajo.
En tiempo de guerra, el comandante da órdenes específicas. Los soldados obedecen, son juzgados en consejo de guerra y enviados rápidamente a prisión o ejecutados, dependiendo de la gravedad de la ofensa.
El Señor Jesucristo ha dado un mandato, “Id”, y ningún creyente sincero puede tomar Su orden a la ligera.
Pero la mayoría de los cristianos nunca han tomado en serio este mandamiento del Señor. Hemos estado jugando mientras nuestro Señor está en llamas. Somos como los hombres y mujeres insensatos que están dibujando cuadros en las paredes de un edifico en llamas. Estamos tratando asuntos irrelevantes, cuando son los corazones de las personas los que necesitan ser cambiados. Los problemas del mundo que amenazan devorar a la humanidad, sólo pueden ser resueltos por medio de la fe en Cristo y la obediencia a sus mandamientos.
Si nosotros tomamos a nuestro Señor en serio, debemos dedicarnos completamente, tiempo, talento y finanzas, al cumplimiento de la Gran Comisión, no como una obligación legalista, sino como una expresión de amor y gratitud por lo que Cristo ha hecho por nosotros. Si queremos obedecerle, Él dice, “Id”, y esta es razón suficiente para ir. En San Marcos 8:34-38 se registra el mandato de nuestro Señor a todos sus discípulos y, juntamente con San Marcos 10:29,30 y San Juan 14:21, se prometen ricas recompensas y grandes bendiciones para todos los que confían en Él y le obedecen.
Segundo; los hombres están perdidos sin Cristo. Jesús dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí.
Esto puede sonar exagerado, cerrado o intolerante, pero eso es lo que el Señor Jesús dijo, y ¡Jesucristo es Dios! Por muchos años le he preguntado a las personas de todo el mundo si han encontrado a Dios. Aparte de los que han conocido a Cristo en un encuentro personal y vital, la respuesta general es, “¡Estoy buscando a Dios; espero encontrarlo, pero no lo he encontrado todavía!”
Ninguna persona encontrará a Dios hasta que reciba a Cristo. ¿Cree usted realmente que una persona sin Cristo está perdida? ¿Se le ha ocurrido que algunos de sus familiares y amigos, sus vecinos y colegas que no conocen a Cristo, están espiritualmente muertos? La Palabra de Dios es enfática y clara:
Todos los hombres, mujeres, niños y niñas están perdidos sin Cristo.
Tercero; en todas partes las personas tienen hambre de Dios. El hambre de Dios que tienen ha sido demostrada en miles de formas desde la creación del hombre. Esta ha sido nuestra experiencia personal desde el comienzo del ministerio de la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo. Como parte de nuestro programa de capacitación mundial, dedicamos varias horas cada semana a hacer evangelización personal en las comunidades locales, en lugares de recreo y en reuniones públicas.
Frecuentemente, miles de personas hacen oración para recibir a Cristo en una sola tarde. Por ejemplo, en una ocasión, cuando diez mil cristianos coreanos que tomaban un Seminario de Capacitación en Liderazgo en Seúl salieron a evangelizar a los no-cristianos, más de dieciséis mil personas oraron recibiendo a Cristo. Durante un congreso internacional de tres días, por lo menos diecisiete mil personas escucharon que podían tener una relación personal con Jesucristo. Por intermedio de 155 personas de México y veinticinco coordinadores latinoamericanos de la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo; otros 1.245 indicaron que habían recibido a Cristo. Los coordinadores de la Cruzada Estudiantil en la India oraron para que cinco mil estudiantes recibieran a Cristo en un solo año, y Dios respondió con más de cinco mil nuevos creyentes.
Durante un período de aproximadamente seis meses, cuatro equipos de atletas en acción de la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo, dos grupos de cantantes, y André Kole, un ilusionista bastante reconocido, presentaron a Cristo a 351.887 estudiantes en 629 presentaciones. Más de cincuenta mil indicaron que habían recibido a Cristo como su Salvador. Muchos miles de estudiantes más y laicos hicieron compromiso con Cristo, por medio del ministerio de otros coordinadores y de los miles a los que ellos habían capacitado.
Decenas de millones en el mundo entero han tomado decisiones de salvación después de ver la película “JESÚS” en sus propios idiomas.
Recuerdo a un portero a quien le hablé de Cristo en un hotel donde me estaba hospedando. Él estaba muy desanimado.
“Los porteros no somos muy importantes”, me dijo. “La mayoría mira a los porteros como seres inferiores.”
Yo puse mi mano sobre su hombro y le dije, “Quiero que sepa que Dios lo ama y que yo lo amo también. A los ojos de Dios usted es tan importante como la persona más famosa del mundo.”
El Espíritu Santo había preparado su corazón para las “Buenas Nuevas,” y él recibió a Cristo como su Salvador, cuando nos inclinamos para hacer una oración.
Todas las personas del mundo están hambrientas de nuestro Señor Jesucristo.
Cuarto: Es urgente completar la tarea mientras las puertas de la oportunidad están todavía abiertas. Los campos espirituales nunca habían estado tan maduros para la cosecha. Nosotros no debemos desperdiciar esta oportunidad sin precedentes. Si planea hacer algo por Cristo y Su reino, hágalo ahora antes que la cosecha finalice.
La Gran Comisión es idea del Señor Jesucristo y sólo Él, en su soberanía y omnisciencia, sabe cuándo y cómo será cumplida. Sin embargo, ya que Él nos dio el mandato y ha prometido equiparnos para hacer Su voluntad, debemos comprender que Él espera que nosotros cumplamos la Gran Comisión en cada generación .
En la actualidad, todas las naciones del mundo están recibiendo el Evangelio, ya sea a través de discípulos capacitados, a través de la radio, por medio de la televisión o mediante literatura. Pero a pesar de que hay un fuerte testimonio de Cristo en cada nación, la Gran Comisión no se ha cumplido, y permancecerá sin cumplirese hasta que en cada nación haya una cantidad suficiente de discípulos como para saturar el país, y sean alcanzadas todas las etnias y grupos, con el Evangelio. Nosotros debemos estar tan interesados en hacer discípulos como estamos en ver conversiones, y más interesados aún en la multiplicación espiritual de lo que estamos en el crecimiento numérico.
El cumplimiento de la Gran Comisión no significa que toda persona responderá al Evangelio en nuestra generación. Algunos, debido a la dureza espiritual del corazón, inclusive se niegan a escuchar el Evangelio; otros son mental y físicamente incapaces de responder. Pero esto significa que deberíamos tratar de hacer una presentación del Evangelio audaz, inteligente y en oración a toda persona y dejarle los resultados a Dios.
No significa que la mayoría de los que escuchan el Evangelio se volverán cristianos, pero sí que por lo menos tendrán la opción de escuchar y creer. Nosotros creemos que todo hombre, mujer o niño sobre la tierra, debe tener la oportunidad de decirle “sí” a Cristo, después de escuchar una presentación clara y culturalmente relevante del Evangelio. No es justo que millones de americanos oigan acerca de Cristo miles de veces, cuando más de dos mil millones de personas no han oído el Evangelio ni siquiera una vez.
Si se va a cumplir la Gran Comisión en nuestra generación, hoy es el día de actuar. Debemos comenzar ahora y dedicarnos diariamente, como una manera de vivir, a comunicar el amor y el perdón de Dios a toda persona que conozcamos.
Desde el momento en que nos levantamos en la mañana hasta que nos vamos a la cama por la noche, nuestra meta principal debe ser compartir “las noticias más maravillosas que se hayan anunciado’’.
Debemos ir a todo el mundo. Sin embargo, Jesús nos dio una estrategia a seguir. Justo antes que Él ascendiera a los cielos, le dijo a sus discípulos: Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
El significado original de este mandato sugiere que nosotros debemos participar activamente en ayudar a alcanzar cada área al mismo tiempo, desde Jerusalén a lo último de la tierra. Yo le animo a comenzar a presentar a Cristo como una nueva manera de vivir en su Jerusalén, su hogar, su vecindario, su universidad o aula de clase, su oficina o fábrica. Busque formas de presentar a Cristo en su comunidad, en su provincia, su nación, nuestra Judea y en el resto del mundo.
Dios quiere que usted ayude a propagar Sus Buenas Nuevas al mundo entero por medio de sus oraciones, de sus inversiones financieras y mediante su participación personal, o por medio de estas tres actividades juntas.
¿Cómo será cumplida la Gran Comisión y cómo puede usted ayudar?
Esa es la gran pregunta para la mayoría de las personas. Tal vez usted piense, “Estoy convencido que los hombres están perdidos sin Cristo y que las multitudes están listas para recibirlo. Quiero obedecer a nuestro Señor Jesucristo ayudando a cumplir la Gran Comisión, pero ¿qué quiere Dios que yo haga? ¿cómo puedo comenzar?
Esta gran tarea podrá ser lograda sólo cuando los millones de cristianos trabajen juntos, proporcionando sus recursos y desarrollando una estrategia personal que se vincule con la estrategia global de nuestro Señor Jesucristo.
La estrategia mundial de la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo es ayudar a cumplir la Gran Comisión, promoviendo la movilización de millones de cristianos en miles de iglesias de todas las denominaciones, y cientos de organizaciones misioneras, para ayudar a saturar el mundo con el evangelio.
Esta estrategia es apoyada financieramente por miles de líderes cristianos en cada continente. Continuamos con el proceso de Capacitación para Nuevos Coordinadores, Estos centros están formados por personas capacitadas, dedicadas al entrenamiento de multiplicadores espirituales y con herramientas que el equipo de la película “JESÚS” continúa desarrollando, así como otras estrategias de evangelización para ayudar a saturar cada una de las áreas demográficas con el Evangelio. En cooperación con miles de cristianos de todas las denominaciones, nuestra meta de oración y objetivo espiritual es:
Actualmente la película “JESÚS” ha sido traducida en 1.852 idiomas y dialectos, se registra alrededor de 9 millones de reproducciones y alrededor de 6 millones de personas que luego de ver la película, recibieron a Cristo como su Señor y Salvador. La meta es continuar traduciendo la película “JESÚS” en otros idiomas y dialectos.
El edificar personas en la fe cristiana incluye lograr que participen en el compañerismo y en las enseñanzas ofrecidas en la iglesia local, en grupos de estudios bíblicos y en comunidades misionales. A los nuevos creyentes se les enseña cómo estudiar la santa e inspirada Palabra de Dios, cómo orar y cómo caminar en el amor de Cristo y en el poder del Espíritu Santo.
Aprenden sobre el amor incondicional de Dios y de su total perdón y aceptación hecho posible para nosotros en Cristo, gracias a su muerte en la cruz por nuestros pecados.
También aprenden que el poder de Su resurrección está disponible a nosotros, y que nos permite vivir una vida de gozo, una vida victoriosa y fructífera. El crecimiento cristiano se produce con mayor rapidez cuando se enseña a las personas a hablar de Cristo con otros, y se les anima a compartir su fe regularmente, como una manera de vivir.
El resultado inevitable de este énfasis apropiado en ganar y edificar es el enviar personas al mundo. Aquél que entiende correctamente el amor y el perdón de Dios, y al que se le ha enseñado cómo comunicar su fe en Cristo, no estará satisfecho siendo meramente un cristiano mundano (carnal), espiritualmente impotente, sin fruto, y mediocre. Como los primeros discípulos cuyas redes se llenaron milagrosamente con peces, esta persona “dejará todo y seguirá a Cristo.”
Cualquier estrategia que espere ayudar a evangelizar el mundo, debe hacer de la oración una prioridad. Para este fin, se necesitan millones de discípulos que sean fieles en orar diariamente. Nosotros estamos pidiéndole a Dios que levante millones de cristianos para formar parte de los equipos de Oración de Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo en cada país, soldados de oración que fielmente intercedan todos los días por un poderoso avivamiento espiritual en el mundo entero.
La Gran Comisión puede cumplirse si millones de cristianos desarrollan una estrategia personal que se vincule directamente con la estrategia global de Jesucristo. Un cristinao con una buena estrategia personal, y concentrando todos sus esfuerzos, puede acrecentar y multiplicar su productividad espiritual más allá de lo imaginable.
“Pero,” tal vez Ud. se pregunte, “¿qué es una estrategia personal?”
Una estrategia personal es un plan de acción deliberado, que una persona se traza para alcanzar una meta específica. Ya que la meta de todo creyente debe ser ayudar a cumplir la Gran Comisión, su plan personal deberá incluir evangelización, discipulados, suma y multiplicación espiritual.
La adición o suma espiritual se da cuando usted habla a una persona de Cristo, pero cuando usted discípula a un nuevo cristiano y le ayuda a ganar, discipular y enviar a otros que harán lo mismo de ganar y discipular a otros, generación tras generación, eso se llama multiplicación espiritual.
Permítame ilustrarlo. Durante un banquete de la Cruzada Estudiantil para Cristo en Manila, Las Filipinas, el director de nuestro Centro de Capacitación para Nuevos Coordinadores la Gran Comisión presentó a un médico a quien él había hablado de Cristo y a quien había discipulado. El doctor se puso de pie y dio su testimonio, y luego presentó a una de las personas a quienes él había presentado a Cristo y había discipulado.
Esta otra persona, a su vez, dio su testimonio y presentó a uno de los estudiantes de medicina a quien él había presentado a Cristo que también había discipulado. Este era el resultado de diez generaciones espirituales de un ministerio que había comenzado con uno de nuestros coordinadores americanos y quien había dedicado su vida a discipular personas que a su vez discipulaban otros.
Recientemente viajé a Tailandia donde encontré muchos de estos “discípulos multiplicadores”. Uno de ellos era un hombre que es el padre espiritual de doce generaciones. Él ha guiado personalmente a más de mil quinientas personas a Cristo en los últimos cuatro años. Cuando estuve allá, me presentó a uno de sus discípulos, quien a su vez me presentó a uno de sus discípulos, y así sucesivamente, en una línea de doce hombres y mujeres. El último discípulo de la cadena era cristiano hacía sólo seis meses y ya había presentado a doce personas a Cristo y estaba en el proceso de discipular a algunos de ellos.
Estos creyentes de Tailandia saben que no es suficiente guiar a otros al Señor y decirles, “¿No les parece magnífico?”, y después olvidarlos. Por el contrario, ganan a las personas y las discipulan para que éstas a su vez, ganen y discipulen aun a otras más.
¿Le gustaría presentar a cientos, aun miles, de hombres y mujeres a nuestro Señor Jesucristo? Usted puede hacerlo.
Si lleva tan sólo a una persona al Señor Jesucristo cada mes, en los siguientes veinte años presentaría 240 almas a Cristo. Este es el principio de sumar y aun así muy pocos cristianos tienen un testimonio tan fructífero.
Sin embargo, si discipula a todos esos 240 nuevos creyentes para que ellos a su vez ganen y discipulen a otros, generación tras generación, muchos millones de personas serían llevados a Cristo en el mismo número de años.
El apóstol Pablo se refirió a la multiplicación espiritual en su Segunda Carta a Timoteo. “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.”
Comenzando sólo con dos personas y usando este ciclo sencillo y continuo de discipulado y la multiplicación espiritual; el mundo entero podría ser evangelizado y saturado con el Evangelio en sólo treinta y dos pasos subsecuentes, porque dos, multiplicado por sí mismo treinta y dos veces, iguala a la población del mundo.
Conforme cada uno de nosotros desarrolla una estrategia personal, Dios podrá usarnos para tener una función fundamental en el cumplimiento de la Gran Comisión.
Todo reside en esta sencilla ecuación:
Pero usted tal vez se pregunte cómo desarrollar una estrategia personal. Permítame darle algunas sencillas sugerencias.
En su epístola a los Romanos capítulo 12 el apóstol Pablo nos anima, “os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”.
Mi esposa y yo éramos bastante materialistas, egoístas y ambiciosos antes de llegar a ser cristianos. Después de que entregamos nuestras vidas a Cristo, crecimos en la comunión de la iglesia, y conforme estudiavamos la Biblia y nos enterábamos del amor y la gracia de Dios, amábamos más a Jesús, y más queríamos servirle.
Un día, en la primavera de 1951, nos arrodillamos en nuestro hogar, allá en las colinas de Hollywood, California, y literalmente firmamos un contrato con el Señor como un acto formal de renuncia a todos los derechos a gozar de nuestras vidas y rindiéndole todo a Él. Cada uno de nosotros hizo una lista de todas las cosas que había deseado antes de enamorarnos de Cristo. ¡Y vaya que teníamos gustos muy lujosos! Fue así como comenzamos a seguirlo verdaderamente.
Hicimos una oración a Él diciéndole; “Señor, queremos rendirte a Ti todos nuestros planes y deseos ambiciosos, mundanos y materialistas. Mediante Tu gracia y poder fortalecedor, estamos dando la espalda a todas las cosas que nos obstaculizan para poder servirte a Ti, el Dios viviente, en forma más efectiva y fructífera. Tú nos has ordenado buscar primero Tu reino y acumular nuestros tesoros en los cielos. Ahora queremos buscar Tu camino por sobre todas las cosas. Queremos que nuestras finanzas sean usadas para Tu gloria. Queremos servirte y hacer lo que Tú quieras hacer e ir a donde Tú quieras que vayamos, sin importar el costo.”
Al comenzar su carta a los cristianos de Roma, Pablo escribió, “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el Evangelio de Dios”.
En las palabras de Pablo, mi esposa Vonette y yo llegamos a ser esclavos cuando hicimos nuestro compromiso con el Señor Jesús.
Poco tiempo después Dios me dio la visión de ayudar a alcanzar el mundo para Cristo, la cual mencioné anteriormente. Nosotros le llamamos a esta visión la Cruzada Estudiantil para Cristo, Vida Nueva para el Mundo.
En la actualidad, poseemos muy pocos de bienes materiales. Lo que tenemos son mayormente cosas personales. No somos dueños de nuestra casa, la cual alquilamos, ni de un auto, ya que nuestro ministerio provee transporte.
Vivimos conforme Dios suple nuestras necesidades literalmente día a día. Pero,
¡que aventura es vivir para Cristo! servir al Rey de reyes y Señor de señores sin las ataduras e impedimentos de las posesiones que a menudo nos poseen y roban nuestro poder con Dios y hacia los demás.
Esto puede que nos sea exactamente lo que Dios le ordena hacer a usted, pero cualquiera sea su situación, puede confiar en un Dios amoroso cuando le rinda todas las ambiciones de su vida. Ninguna experiencia en la vida se compara con la de buscar primero el reino de Dios, acumular tesoros en los cielos, mantener a Cristo en control de su vida, haciendo lo que Él le llama a hacer, y ser un instrumento a través del cual Él cambia las vidas de otros. Una vida así es realmente vivida al máximo. Todas las mañanas y por las noches también, nos arrodillamos en la presencia de nuestro Señor, en lo posible lo hacemos juntos, para reconocer Su señorío. Lo invitamos a ser el Señor en cada área de nuestras vidas y declaramos por fe la llenura del Espíritu Santo, para que podamos vivir vidas santas y ser testigos más fructíferos de nuestro amado Señor.
Ore en fe confiando que Dios le guiará a desarrollar su estrategia personal para alcanzar su área inmediata de influencia para Cristo. Usted no será quien haga su propia estrategia, sencillamente estará descubriendo el plan que Dios ya ha diseñado.
Jesús fue un ejemplo perfecto en esto. Mientras estuvo en la tierra, consultó toda decisión importante y todo punto crucial en su vida, con su Padre Celestial.
Recuerde, cuando usted lo pida en oración, espere que Dios le provea la mejor estrategia y todo lo que sea necesario para comenzar a poner un plan en acción. La fe que espera resultados agrada a Dios.
Haga listas de personas específicas a quienes desea hablarles de Cristo. Considere grupos específicos en su vida y desarrolle una estrategia para alcanzar a cada uno.
Comience con su familia. Recuerde que en su hogar, más que en cualquier otro lugar, su vida será su testimonio. Confíe en Dios continuamente para estar siempre lleno del Espíritu Santo, para que sus acciones (el fruto del Espíritu) den testimonio de lo que Jesús ha hecho en su vida.
Planee cómo puede alcanzar a las personas con las cuales trabaja. Busque a aquellos que son cristianos, y pídales reunirse con usted para evangelizar su oficina. En su iglesia, póngase a disposición de su pastor. Ofrézcase para enseñar en la Escuela Dominical, y especialmente, sea parte del equipo de evangelismo. Anime a otros miembros de su iglesia a desarrollar sus propias estrategias.
Invite a sus vecinos a un café o té o postre evangelístico, o inicie un estudio bíblico para evangelizar en su barrio. Cuéntele a sus amigos lo que Cristo ha hecho en su vida y anímelos a creer que Él puede hacer lo mismo por ellos.
Haga oración por aquellos a quienes quiere compartir el Evangelio. Luego acérquese a ellos. Hábleles del amor y el perdón de Dios que está disponible por medio de Jesucristo. Déles la oportunidad de recibirlo.
Comparta su fe como un hábito constante en su vida, hable de Cristo, dondequiera que vaya. Cuando las personas confíen en Él como Señor y Salvador, comience a discipularlas e inclúyalas en el ciclo de multiplicación espiritual. Invítelas a reunirse con usted en un esfuerzo para saturar su comunidad entera con el mensaje de Cristo.
Aprenda todo lo que pueda acerca de cómo llevar a cabo su estrategia personal para ayudar a cumplir la Gran Comisión. Millones de estudiantes, de profesionales y pastores están aprovechando la capacitación y los materiales que ofrece la Cruzada Estudiantil para Cristo. Esta capacitación le proporcionará técnicas para ganar a las personas para Cristo, edificándolas en la fe y enviandolas al mundo con las Buenas Nuevas del amor y perdón de Dios.
Una nueva serie de capacitación en video cintas de 6 horas, alcanzando su mundo para Cristo está disponible para ayudarlo a cristianizar a sus vecinos y seres queridos para Cristo. Esta serie también muestra cómo usar el vídeo “JESÚS” en su propio hogar u oficina como una herramienta evangelizadora.
Yo le animo a diseñar su estrategia personal ahora mismo. Haga una lista de aquéllos a quienes les quiere hablar de Cristo. Haga otra lista de personas a quienes puede discipular, capacitándolas para experimentar y compartir la vida abundante en Cristo. Comience inmediatamente a desarrollar su estrategia.
Tome la iniciativa de ayudar a cumplir la Gran Comisión allí donde usted vive, en su “Jerusalén.” Esta deberá ser su prioridad. Reclame para Cristo y en oración sus parientes, amigos, vecinos y colegas. Luego presénteles el Evangelio. Conforme aplica esta estrategia personal, piense más allá de sus metas locales, hacia las metas mundiales para el cumplimiento de la Gran Comisión.
Esto le ayudará a no desviarse en asuntos relativamente improductivos.
Bajo la guía del Espíritu Santo y con total confianza, puede proceder a planear su trabajo y a aplicar dicho plan.
Todo cristiano, sea estudiante, ama de casa, hombre de negocios, pastor o misionero, necesita una estrategia personal para ayudar a alcanzar su propia comunidad o área de influencia para Cristo.
En este período cambiante y caótico de la historia, los cristianos sinceros y reflexivos no pueden estar satisfechos en seguir como hasta ahora.
El Dr. James Stewart, de Escocia, uno de los más famosos eruditos del Nuevo Testamento de nuestro tiempo, dijo, “si nosotros pudiéramos demostrar al mundo que estar comprometidos con Cristo no es algo aburrido ni monótono, sino la aventura humana más emocionante que el espíritu humano puede experimentar...”
Esta declaración ha tenido un impacto profundo en mi vida y en mi ministerio desde que la leí en 1947. Creo que millones de cristianos, al igual que nosotros, están descubriendo la importancia de estar dedicados a los asuntos de nuestro Padre Celestial. Conforme observó la obra de Dios en las vidas de hombres y mujeres alrededor del mundo, a través de muchos grupos movimientos, estoy convencido que el avivamiento más grande desde el Pentecostés ya ha comenzado.
Hace algún tiempo visité Roma. Una noche estaba sentado en el Foro Romano, y presencié la representación, por medio de la luz y el sonido, del drama del Antiguo Imperio Romano.
El foro vibraba de historia y dramatismo, y yo me sentía cautivado mientras escuchaba. Casi por mil años, Roma gobernó el mundo. En ese mismo foro habían estado los generales victoriosos para recibir sus laureles. Allí mismo los senadores se reunían para crear las leyes que gobernaban el Imperio. Allí había sido asesinado Julio César. Esa tarde había visitado un oscuro y sucio calabozo cruzando la calle, justo al frente del foro, donde se cree que el apóstol Pablo, prisionero por causa de su fe, había pasado los últimos meses de su vida hasta su martirio. Si hubiera estado viviendo en esos días, y hubiera visitado a Pablo en ese calabozo, no habría quedado tan bien impresionado con este “esclavo de Cristo”, como con muchos de los líderes de Roma. Pablo probablemente no era ni una figura militar, ni un orador elocuente según su propia declaración; pero era un hombre con una mente brillante, un corazón encendido y una pluma ungida, un hombre que había hundido su vida con el Cristo resucitado. El era un escogido y un ungido de Dios. Él compartió la visión y la carga de Cristo por el mundo, y estaba comprometido al cumplimiento de la Gran Comisión.
Lo que Dios hizo en esa celda llegó a tener mucho más significado para el bienestar del género humano que cualquier cosa que hubiera pasado en el Foro Romano.
Dios tomó una vida rendida a Él y la usó para ayudar a cambiar el curso de la historia. Actualmente millones de cristianos adoran a nuestro Señor Jesucristo, en gran parte, debido a lo que Dios hizo por medio de este apóstol abnegado y “esclavo” de Jesucristo.
Así como Dios ha usado a Pablo y a millones de otros como él, a través de los siglos, está buscando hombres y mujeres en nuestro tiempo, por medio de los cuales Él pueda realizar poderosas hazañas para Su reino.
Jesús dijo, “Id...haced discípulos a todas las naciones.” Para hacer discípulos, usted debe también ser un discípulo. La persona comprometida con Cristo, quien entiende cómo caminar en la llenura del Espíritu Santo, ayudará a producir esa misma clase de cristianos.
Jesús dice, “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. Jesús también dijo, “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo”.
Para algunos, tal llamado al discipulado puede sonar demasiado difícil. Tal vez ese mismo pensamiento estaba en la mente de Pedro cuando él le dijo a Jesús, “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.” Y Jesús contestó, “De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del Evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones, y en el siglo venidero la vida eterna”.
El cumplimiento de esta promesa se ha podido ver en las vidas de todos los que buscan primero a Cristo y su reino a través de los tiempos, no siempre en cosas materiales, por supuesto, sino en recompensas mucho más significativas y enriquecedoras.
Yo nunca olvidaré la preocupación de mi esposa Vonette cuando le expliqué, en el momento en que le propuse matrimonio que, aunque yo la amaba profundamente, amaba más a Cristo de lo que la amaba a ella, y que Él siempre ocuparía el primer lugar en mi vida y en nuestro hogar.
Aunque en ese tiempo, ella no entendía aquella actitud tan “fanática” de parte mía, posteriormente rindió su vida a Cristo y ahora dice conmigo, “Cristo ocupa también el primer lugar en mi vida.”
Debido a nuestro compromiso y amor por Él, nos amamos mutuamente y somos más considerados el uno con el otro.
Verdaderamente Cristo ha enriquecido nuestras vidas y nuestro ministerio mucho más de lo que nosotros habríamos soñado. Decimos junto al famoso estadista misionero C.T. Studd, “Si Cristo es Dios y murió por mí, no hay nada demasiado grande que yo pueda hacer por Él.
Usted y yo tenemos el privilegio de ser parte del movimiento más significativo de todos los siglos, para cambiar el mundo: el movimiento para ayudar a cumplir la Gran Comisión de nuestro Señor Jesucristo en esta generación. ¿Rendirá hoy su vida completamente y sin reservas a Cristo, y se dispondrá a obedecer el mandato de nuestro Señor? Tal vez signifique sacrificio, quizás hasta el martirio. Pero, ¿puede pensar en un líder más grande a quien seguir que al Señor Jesucristo? Habrá una causa más grande que la Suya, a la que Ud. se pueda entregar? Usted deberá ayudar en el cumplimiento de la Gran Comisión en esta generación, como una expresión de amor y gratitud a Cristo, por lo que Él ha hecho y como un acto de obediencia a Su mandato.
Si desea comprometerse en ayudar a cumplir Su mandato, haga suya siguiente oración:
Si usted hizo esta oración, ha hecho su compromiso con Jesucristo. A través de la dedicación de su tiempo, talento y finanzas, usted ayudará a cumplir la Gran Comisión de nuestro Señor en esta generación. Recuerde, por medio del poder de Jesucristo en usted y mediante la llenura del Espíritu Santo, usted estará ayudando a cambiar el mundo.