“De seguro que usted ha traído mucha felicidad a este mundo,” dijo un hombre de negocios con lágrimas de gozo y gratitud en sus ojos. Este joven recién había orado conmigo y había recibido a Cristo como Su Salvador y Señor. Él y su esposa habían estado buscando a Dios por algún tiempo y ahora, estaba ansioso de llevar a su hogar el folleto de las Cuatro Leyes Espirituales, para poder presentarle a Cristo a su propia esposa.
Las palabras de este entusiasta joven cristiano, han venido a mi mente una y otra vez: “De seguro que usted ha traído mucha felicidad a este mundo.”
Desde el año 1944 he tenido el emocionante privilegio de “traer muchísima felicidad a este mundo,” hablando del Señor Jesucristo a miles de estudiantes y profesionales alrededor del mundo.
El apóstol Pablo comparte esta experiencia con los Colosenses, cuando les dice respecto a Jesucristo: “a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre.”
Usted tiene el privilegio de participar junto con el Dios vivo en el cumplimiento de la Gran Comisión en nuestra generación. En mi opinión, la única manera de cambiar al mundo es cambiando a los individuos. Muchas personas cambiadas producirán universidades cambiadas, comunidades cambiadas, ciudades, estados y naciones cambiadas: Sí, un mundo verdaderamente cambiado. Jesucristo es el único que puede cambiar a las personas desde adentro. Usted puede ayudar a cambiar el mundo, llevando a las personas a Jesucristo.
Uno de los errores más grandes de todos los siglos es la idea, que prevalece bastante, de que los hombres y mujeres no quieren conocer a Dios. Dondequiera que voy alrededor del mundo, encuentro amplias pruebas de que lo contrario a esto es la verdad. El Espíritu Santo ha creado un hambre por Dios en los corazones de las multitudes. Basado en mi experiencia y a través de mucha observación, estoy plenamente convencido de que la mayoría de los no creyentes del mundo, están listos para confiar en Cristo, por medio de una presentación clara y sencilla del Evangelio, realizada de forma apropiada por un testigo lleno del Espíritu Santo.
Sin embargo, es trágico que la mayoría de los cristianos nunca han hablado a nadie del Señor Jesucristo. Hay dos razones aparentes para esto.
Primero, el cristiano promedio está viviendo una vida fracasada, sin fruto espiritual, y mundanal (carnal).
Este no está caminando en la plenitud y control del Espíritu Santo. Un líder cristiano explicó su victoria a la natural resistencia a evangelizar a otros, al darse cuenta de que “su cristianismo era digno de exportación.” Si esto es verdad en su vida, le animo a repasar mis mensajes: Cómo puede usted experimentar el amor y perdón de Dios, Cómo puede usted ser lleno con el Espíritu y Cómo puede usted caminar en el Espíritu Santo.
La segunda razón es la falta de capacitación. La mayoría de los cristianos nunca han sido capacitados para comunicar su fe en Cristo de forma efectiva. Nunca han aprendido cómo comenzar una conversación sobre Cristo, cómo explicar con sencillez y claridad el Evangelio, ni cómo guiar a una persona a tomar la decisión de recibir a Cristo por fe.
Deseo compartirle en las páginas siguientes las razones por las que Jesús quiere que usted testifique, las cuales se relacionan con sus motivos; y cómo puede testificar eficazmente, lo cual implica reconocer y utilizar ciertos métodos.
Permítame citarle brevemente ocho razones por las que Dios desea que todos los creyentes compartan su fe con otras personas.
Primero, cuando testifica, usted glorifica a Dios. Jesús dice en San Juan 15:8: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.”
Segundo, el amor de Cristo nos impulsa a compartir nuestra fe. En las palabras del apóstol Pablo, “El amor de Cristo nos constriñe.” Si usted ha experimentado el amor del Señor Jesucristo, también querrá presentárselo a otros.
Tercero, compartir su fe es un mandato directo de Jesucristo. Él dice: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.” Y, “no me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca.”
Cuarto, las personas sin Cristo están perdidas. Jesús dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” La Palabra de Dios declara enfáticamente: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
Quinto, Dios quiere que usted dé testimonio de Jesucristo a causa de los beneficios que Él ofrece a aquellos que reciben a Cristo. Cuando usted habla a otros de Cristo, éstos son hechos hijos de Dios, sus cuerpos se hacen templos de Dios; todos sus pecados son perdonados - ¡pasados, presentes y futuros! Ellos comienzan a experimentar la paz y el amor de Dios; reciben la guía y el propósito de Dios para su vida; y obtienen la seguridad de la vida eterna.
Sexto, Dios quiere que usted testifique de los beneficios que Él otorga a los que testifican. Testificar estimula su crecimiento espiritual. Testificar lo lleva a orar y estudiar la Palabra de Dios y lo anima a depender más de Cristo. Cuando testifica en el poder del Espíritu Santo, usted siembra gozo y paz. De acuerdo a la ley de la siembra y la cosecha, usted siempre cosechará lo que ha sembrado y aún más. Por ejemplo, si siembra amor, cosechará amor. Si siembra gozo, cosechará gozo. Si siembra paz, cosechará paz. Su cosecha siempre será mayor que la semilla sembrada.
Séptimo, Dios quiere que usted testifique para experimentar el privilegio y gran honor de representar a Jesucristo en el mundo. En su Segunda Carta a los Corintios, el apóstol Pablo escribió: “Somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.”
La mayoría de las personas consideran un alto honor el servir como un embajador de la máxima autoridad de su país - el presidente o el rey - ¡pero como creyente en Cristo, usted es un embajador para el Rey de reyes y Señor de señores!
Octavo, Dios quiere que dé testimonio porque usted tiene al Espíritu Santo que le provee el poder necesario para ello. Jesús dice: “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Fallar al no dar testimonio de Cristo, es negar el derecho del Espíritu Santo de capacitarlo y usarlo para llevar a otros a nuestro Salvador.
¿Qué métodos le serán de ayuda en comunicar su fe adecuadamente?
Como ya he indicado, muchos cristianos consagrados fracasan miserablemente en sus esfuerzos de llevar a otros a Cristo, sencillamente porque no saben cómo hacerlo.
El saber cómo, es lo que con frecuencia hace la diferencia entre un testimonio efectivo y otro infructuoso. Antes de hablarle a otros de Jesucristo, usted debe:
Por muchos años ya, en nuestros varios cursos de capacitación para evangelizar, les pedimos a los participantes que nos ayuden a elaborar una lista con todo lo que consideran que una persona debe saber para tomar su decisión por Cristo.
Generalmente se anotaban en un pizarrón entre veinticinco y cincuenta sugerencias. Entre otros la lista incluía con frecuencia los siguientes puntos:
Después que las sugerencias parecían agotarse, le pedíamos a cada participante que leyera junto con nosotros una presentación del Evangelio llamada “Las Cuatro Leyes Espirituales”, y que nos ayudará a eliminar cada punto escrito en el pizarrón, siempre que estuviera relacionado con la “Ley Uno”. Estos puntos eran entonces borrados del pizarrón. Luego continuábamos con las Leyes Dos, Tres y Cuatro, siguiendo el mismo procedimiento. Al llegar al final, el pizarrón quedaba siempre vacío. Podemos decir que la esencia destilada del Evangelio está contenida en el folleto de Las Cuatro Leyes Espirituales.
Originalmente Las Cuatro Leyes Espirituales, se escribieron sólo para nuestros coordinadores, a quienes se les pidió que las memorizaran como una herramienta de evangelización. Como resultado, la cantidad de personas que recibieron a Cristo se incrementó dramáticamente.
El contenido de las Cuatro Leyes Espirituales comenzó a madurar en mi pensamiento durante la capacitación de coordinadores en el verano de 1956, en un momento en que el número de nuestros coordinadores no alcanzaba los cincuenta.
Uno de los oradores en nuestra capacitación de coordinadores de ese año, era un hombre de negocios cristiano y destacado consultor de ventas. El enfatizó, que para tener éxito en las ventas, una persona debe desarrollar una presentación clara, sencilla y comprensible que pueda ser usada una y otra vez. El nos advirtió también que al hacer siempre la misma presentación, se llega a generar cierta fatiga; como resultado se cambia la presentación e inevitablemente se pierde la efectividad.
Después comparó al cristiano que testifica con el vendedor secular. Para ser eficaz al comunicar nuestra fe en Cristo, enfatizó, debemos desarrollar una presentación sencilla, comprensible y razonable del Evangelio. Algo que podamos compartir con todos. Cuanto más y mejor se comunique esta sencilla presentación, más fructífero será su testimonio por Cristo.
Él ilustró los puntos más sobresalientes mencionando a varios cristianos muy conocidos, quienes tienen sus propias presentaciones especiales. Luego apuntó hacia mí, diciendo: “Bill Bright piensa que tiene un mensaje especial para cada uno de los diferentes grupos de estudiantes, profesionales, presos y obreros con quienes él trabaja. Sin embargo, aunque nunca lo oí hablar, puedo asegurar que él tiene un mensaje único para todos. Básicamente, él les dice a todos lo mismo.”
Decir que me opuse a tal insinuación, es decir poco. Cuanto más hablaba aquel orador, más me enojaba. Me molestaba la inferencia de que yo o cualquier otro que deseaba servir al Señor con sinceridad, no estuviera guiado por el Espíritu Santo como para hablar con originalidad en cada caso y a cada quien. Además, me molestaba que me usara como ejemplo delante del resto de los coordinadores.
Cuando estaba finalizando su presentación y yo estaba tratando de restaurar mis heridas, de las cuales la más seria era contra mi ego, comencé a recordar con más exactitud lo que le enseñaba a otras personas. Esa tarde escribí mi presentación básica y para mi sorpresa, descubrí que mi amigo estaba en lo correcto. Sin darme cuenta, había estado enseñando básicamente el mismo mensaje, con pequeñas variaciones en cada caso. Lo que escribí esa tarde y pulí después, es lo que ahora se conoce como “El plan de Dios para su vida”, una presentación de veinte minutos sobre quién es Jesucristo, sus aseveraciones, por qué vino y cómo conocerlo personalmente.
Le pedí a cada coordinador en nuestro movimiento que lo memorizara y todos comenzamos a usarlo en nuestra evangelización de persona a persona. Durante el siguiente año y conforme nos concentramos en comunicar este sencillo mensaje, en total dependencia del Espíritu Santo y de Su poder, nuestro ministerio se multiplicó cien por ciento.
El “Plan de Dios” fue nuestro primer material metodológico por escrito, es decir, un material que explicaba sencilla y específicamente cómo una persona puede alcanzar una meta deseada, y también cómo él o ella pueden, a su vez, ayudar a otros a alcanzar esa misma meta. El enfoque en los métodos, es uno de los más necesarios y poderosos en la vida y el testimonio del cristiano. La mayoría de los no cristianos no necesitan que se les convenza de que deberían ser cristianos. En vez de eso, necesitan que se les muestre cómo serlo.
Aunque el “Plan de Dios” era muy eficaz, sentimos la necesidad de contar con una versión más breve. Preparé entonces, un bosquejo condensado por completo, con los mismos versículos bíblicos y los diagramas. Todos los coordinadores lo memorizaron. Conforme más y más personas se en listaban en nuestro programa de capacitación, pronto se notó que necesitábamos disponer de esa misma presentación, pero en forma escrita.
Como resultado, nació el folleto “Las Cuatro Leyes Espirituales.”
Por supuesto que no queremos decir que el mensaje de las Cuatro Leyes Espirituales sea el único método para llevar a otros a Cristo, ni siquiera que es el mejor. Lo que sí sabemos es que literalmente millones de personas han recibido a Cristo, a través de la presentación sencilla y directa del Evangelio, según se presenta en este folleto. De acuerdo a nuestros cálculos, más de un millón de copias han sido distribuidas en los idiomas más importantes del mundo.
Muchos relatos han llamado mi atención sobre la efectividad de las Cuatro Leyes Espirituales. Recuerdo por ejemplo, la experiencia de una iglesia, cuyo pastor principal había venido a nuestra oficina en busca de capacitación, y quien estaba muy emocionado por el uso de las Cuatro Leyes Espirituales. Al regresar a casa, quiso compartir su entusiasmo con la iglesia y con su co-pastor.
Su co-pastor no se mostró muy impresionado por el folleto. Para comenzar no le gustaban los panfletos, y éste se veía como cualquier otro. Así que lo arrojó sobre su escritorio y ni siquiera se molestó en leerlo.
Algunos días más tarde, una funcionaria de la ciudad vino a inspeccionar las instalaciones de la iglesia. Cuando ya se retiraba después de finalizar su inspección, de pronto, el co-pastor se dio cuenta de que no le había hablado de Cristo. Él miró a su alrededor rápidamente y lo único que vio fue el folleto de las Cuatro Leyes Espirituales, que había puesto a un lado con disgusto algunos días antes. Se lo dio y le dijo, “lea esto”, refiriéndose a que lo leyera al llegar a su casa.
Sin embargo, ella no lo entendió bien, y comenzó a leer el folleto en voz alta en su presencia. Leyó cada palabra, y cuando leyó la “Cuarta Ley”, lágrimas surcaban sus mejillas. Al llegar a la oración, oró en voz alta, guiándose a sí misma a Cristo. Con este solo episodio, el co-pastor quedó tan impresionado que vino a Arrowhead Springs, para descubrir por experiencia propia, cómo podía ser un mejor testigo de Jesucristo, por medio de la capacitación y el uso del folleto que presenta “Las Cuatro Leyes Espirituales.”
Otra experiencia conmovedora demuestra la efectividad del folleto. Había un hombre quien era grandemente admirado en su pueblo, pero no era cristiano. En efecto, era conocido como el escéptico del lugar, porque nunca respondió positivamente a las muchas personas que le testificaron personalmente de Jesucristo.
Se había hecho amigo de los padres de un amigo cristiano, el cual se sentía especialmente preocupado por su salvación. Después de obtener un folleto de Las Cuatro Leyes Espirituales, este amigo decidió visitar al escéptico y leérselo. Cuando finalizó su lectura, le preguntó:
«¿Entiendes lo que te leí?»
Aquel escéptico respondió: “Sí.”
“¿Hay algo que te impide recibir a Cristo?” “No.” -respondió.
Entonces los dos hombres se arrodillaron juntos y oraron. El “escéptico” invitó a Cristo a su vida para que fuera su Salvador y Señor.
Cuando se levantaron, mi amigo se regocijaba con este hombre, quien entonces lo dejó estupefacto con esta pregunta: “¿Es esto lo que tú y muchos otros cristianos han intentado decirme por años?” “Sí.”
“Bueno”-continuó este nuevo hermano en Cristo- “¿por qué no me lo dijeron? Ningún hombre sería tan tonto de no recibir a Cristo, si realmente entiende lo que esto significa.”
El Evangelio, tal como está contenido en Las Cuatro Leyes Espirituales, había roto la barrera del escepticismo y la indiferencia, de modo que este hombre recibió a Cristo como una nueva manera de vivir.
Primero, comience cada día con una oración, pidiéndole al Espíritu Santo que lo capacite y lo guíe a aquellas personas cuyos corazones Él ha preparado.
Segundo, relaciónese con las personas de una forma amorosa, natural y personal. Evite ser mecánico. Todos responden al amor. Conforme usted camina en amor, aquellos a los que les está hablando de Cristo, recibirán la confirmación del Espíritu de Dios, de que usted es sincero; de que no está únicamente tratando de hacer prevalecer un argumento o promoviendo una causa y que está dedicando valioso tiempo para hablarles, porque verdaderamente los ama con el amor de Dios.
No todos estarán preparados para recibir a Cristo, o para dar una respuesta positiva. Algunos más bien pueden mostrar antagonismo. Dios tal vez querrá que usted siembre la semilla, o querrá usarlo como un instrumento en la cosecha. Sea cual fuere el caso, confíe y permítale a Él hacer Su obra a través suyo
Recuerde, así como no todos los frutos de un huerto son cosechados al mismo tiempo, algunas personas estarán “maduros” para la cosecha espiritual y otros todavía estarán “verdes” - o sea que no estarán listos en ese momento para responder al Evangelio. Considere toda conversación evangelística como un gran privilegio y como una oportunidad, no como una responsabilidad legalista. Piense en el gran amor de Dios, en lo que significa para usted conocerlo y en lo que significará para otros el recibir a Cristo. Haga que el compartir su fe con otros, se constituya en un verdadero hábito en su vida.
Tercero, use siempre una presentación del Evangelio que sea clara y sencilla. Hay muchas ventajas que resultan del uso de una herramienta como Las Cuatro Leyes Espirituales. Enumeraré algunas de ellas:
El apóstol Pablo exhortó a Timoteo, su joven hijo en la fe, diciéndole: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.”
Las Cuatro Leyes Espirituales son una herramienta transferible tan sencilla, que permite que los que reciben a Cristo en sus vidas vayan inmediatamente a sus amigos y seres queridos, para hablarles de su nueva fe en Cristo. Al mismo tiempo los capacita para mostrar a sus amigos y seres queridos, cómo ellos también pueden hacer su propio compromiso con Cristo.
Un líder cristiano y teólogo sobresaliente, bastante conocido, me hablaba de su sentimiento de frustración por su poca efectividad y por la falta de fruto en su testimonio por Cristo.
Le pregunté: «¿Qué es lo que le dices a una persona cuando intentas llevarla a Cristo?»
Me explicó su presentación, la cual era muy larga y complicada. La gran cantidad de versículos bíblicos que usaba confundían a la mayoría de las personas y les impedía tomar una decisión consciente y apropiada.
Lo invité a usar la presentación contenida en el folleto de las Cuatro Leyes Espirituales en los próximos treinta días y que me informara de los resultados al finalizar ese período. Cuando lo vi dos semanas después, se veía muy emocionado y gozoso.
Me dijo: “Tan sólo leyéndoles el folleto a otros, he visto más personas venir a Cristo en las últimas dos semanas, delo que había visto en muchos meses. ¡Es increíble!”
Podría mencionar el caso de innumerables cartas e informes de personas que se han beneficiado al recibir capacitación sobre cómo usar esta sencilla presentación.
Una mujer que, junto a su esposo, había servido como misionera en África por muchos años me escribió lo siguiente: “Debería haber visto la transformación en mi esposo, cuando regresó después de asistir a uno de sus seminarios de capacitación. Él quería compartir el folleto de las Cuatro Leyes Espirituales con toda persona a su alcance. ¡Inclusive lo compartió con otra persona en una piscina con el agua hasta el cuello! Lo mejor de todo es que aún continúa haciéndolo.”
Otro más me dijo: “Al principio tenía temor, pero el Señor ha cambiado mi actitud, y ahora quiero salir a testificar. Doy gracias a Dios con todo mi corazón por este cambio.”
Sin embargo, aun una persona controlada por el Espíritu Santo, utilizando una herramienta comprobada y confiable, puede encontrar oposición al hablar de Cristo con otros. Una de las barreras más difíciles de vencer en la evangelización personal es precisamente el dar el primer paso, o sea comenzar. No importa, quién sea usted ni donde se encuentre, siempre habrá oportunidades preparadas para usted.
Reconozca que si se encuentra a solas con otra persona en cualquier lugar por más de unos minutos, esa es realmente una “cita divina” y una respuesta a su oración.
Además de hablarles de Cristo a los estudiantes, ejecutivos y lacios, tanto personalmente como en grupos grandes y pequeños, yo le testifico regularmente a porteros, operadores de ascensores, camareras en los hoteles, taxistas y a personas de otras ocupaciones. Por ejemplo, al viajar en un avión, frecuentemente es fácil entablar conversación con la azafata o con el compañero de asiento, si es que se tiene a la mano una Biblia, un folleto de las Cuatro Leyes Espirituales, u otra clase de literatura cristiana.
Después de cualquier reunión, ya sea de un servicio en la iglesia, en un estudio bíblico, en una reunión de evangelismo estudiantil u otra reunión similar, usted puede conocer a diferentes personas. Después de presentarse y de intercambiar saludos para entrar en confianza, usted puede continuar haciendo una o más de las siguientes preguntas en la forma más natural posible.
“¿Qué le pareció la presentación (o mensaje)?” “¿Tiene algún significado para usted?” “
¿Ha hecho el maravilloso descubrimiento de conocer a Cristo personalmente?” “¿Le gustaría hacerlo?”
Luego pregunte: «¿Ha oído acerca de las Cuatro Leyes Espirituales?” A continuación léale el folleto. Si las personas indican que ya han oído acerca de las Cuatro Leyes, pídales su opinión, repase el folleto y déles la oportunidad de orar para recibir a Cristo, si es que todavía no lo han hecho.
Hay varias formas muy efectivas para establecer contacto con otra persona.
Después de un saludo cordial y amistoso, puede decir:
O tal vez podría decir:
Otra opción podría ser esta:
También podría intentarlo de esta manera:
Si la respuesta es sí, pregunte:
Este enfoque directo es más apropiado cuando sólo cuenta con unos pocos momentos con una persona. Si dispone de más tiempo, sería más útil que tomara algunos minutos para establecer un clima de mayor confianza, compartiendo algunas cosas de interés personal y preguntándole a la persona por sus propios intereses, sus negocios, su profesión o su familia. Luego puede explicar que usted es cristiano y que ha descubierto un folleto extraordinario, que le ha sido de gran ayuda y que le gustaría mostrárselo. Luego, pregunte, “¿Ha oído alguna vez acerca de las Cuatro Leyes Espirituales?” Demuestre amor cristiano al hacer la presentación. Sea espontáneo, amigable, amable y hable con confianza. Usted no necesita impresionar a las personas con su inteligencia, pero tampoco debería usar un enfoque carente de entusiasmo, vacilante, y negativo que sugiera, “No creo que le interese hacerse cristiano, ¿no es así?”
Cuando presente las Cuatro Leyes Espirituales, sencillamente lea el folleto. Por lo general, debe leerlo en voz alta, sosteniéndolo de forma que la persona pueda seguir la lectura juntamente con usted. También es útil usar un lápiz o algo parecido para señalar las líneas y las palabras que está leyendo, para garantizar una mayor concentración.
Algunas veces, el Espíritu Santo lo guiará a detenerse y explicar algo que tal vez no resulte claro, o añadir una ilustración personal. Sin embargo, es más efectivo leer todo el folleto antes de detenerse para explicar o para responder preguntas. Si la persona le hace preguntas, puede decirle: “tengamos en mente esa pregunta para responderla cuando finalicemos de leer todo el folleto.” Por supuesto, ¡no se olvide de responder esa pregunta después!
Hace algún tiempo hablé a un grupo de pastores en Dallas. Un capellán universitario se mostró escéptico sobre cómo se podría presentar un enfoque tan sencillo como las Cuatro Leyes Espirituales, a los estudiantes universitarios. El me pidió que lo acompañara a una universidad cercana, para que le demostrara cómo usar el folleto de las Cuatro Leyes Espirituales con estudiantes no cristianos. El logró reunir aproximadamente una docena de estudiantes, la mayoría de los cuales ya eran cristianos.
Yo le di una copia del folleto de las Cuatro Leyes Espirituales a cada uno y les pedí que siguieran mi lectura en silencio, mientras yo leía el folleto en voz alta.
Aunque a través de los años había presentado a Cristo a miles de estudiantes y profesionales en sesiones de consejería personal, soy una persona reservada y no siempre me resulta fácil testificar. Mientras estaba leyéndoles en voz alta el folleto a los estudiantes, empecé a recibir toda clase de impresiones negativas del diablo, quien estaba intentando desanimarme y sembrar dudas en mi mente como, por ejemplo, “estos estudiantes se reirán de ti. Ellos son demasiado inteligentes para responder a una presentación tan sencilla. Tú necesitas un enfoque más intelectual. No prosigas; no seas fanático. Estos estudiantes se irán. Ellos pensarán que estás loco.”
Pero como soy libre del poder de Satanás cuando obedezco y confío en el Señor, pude decir: “Mayor es Él (Cristo) que está en mí, que el que está en el mundo (Satanás).”
Así que continué leyendo, con la seguridad de que Dios honraría esta presentación tal como lo había hecho en miles de otras ocasiones, porque Él ha prometido honrar Su Palabra. Cuando llegué a la oración, de pronto me pareció que un coro de voces me decía: “No leerás esta oración ni harás el ridículo delante de estos estudiantes inteligentes, ¿no es cierto?” Pero leí la oración, y luego dije: “Si esta oración expresa el deseo de su corazón, ore conmigo en silencio. Haga suya esta oración.”
Luego leí la oración en voz alta por segunda vez. Cuando la finalicé, vi lágrimas deslizándose por las mejillas de una joven. Ella se acercó para decirme que había hecho esa oración y que sabía que el Señor Jesús había venido a vivir en su corazón. Luego, un joven recibió a Cristo también. Antes de marcharme, el capellán me presentó a una joven que recién había recibido a Cristo. Por lo que sé, todos los demás, excepto uno, eran cristianos. El que faltaba había crecido ateo, pero fue muy discreto sobre lo que había oído y estaba también a punto de recibir a Cristo. Por medio de la sencilla lectura del Evangelio tal como está presentado en el folleto de las Cuatro Leyes Espirituales, el Espíritu de Dios obró en los corazones de estos jóvenes y señoritas de una forma maravillosa. Esta es, con frecuencia, la experiencia de toda persona controlada por el Espíritu que comunica esta presentación.
Generalmente se encuentra que la mayoría de las personas están de acuerdo con las primeras “tres leyes” y es probable que no tengan muchas preguntas, a veces ninguna. Por lo mismo se debe proseguir con la “Cuarta Ley” con toda confianza.
Cuando llegue a los dos círculos, uno representando la vida controlada por el “yo”, y el otro representando la vida controlada por Cristo, haga la pregunta que está en el folleto: ¿Cuál de estos dos círculos representa su vida?
Luego pregunte: ¿Cuál de estos dos círculos le gustaría que representara su vida?
En la mayoría de los casos, la persona a quien le está hablando responderá a la primera pregunta: “El círculo de la izquierda”, y a la segunda: “El círculo de la derecha.”
La obra del Espíritu Santo al producir una actitud de arrepentimiento en un no creyente, es una preparación necesaria para recibir a Cristo. Este cambio de actitud resultará en un cambio de conducta. Sin embargo, debe quedar claramente establecido que una persona no se hace cristiana porque se arrepiente, sino por el sencillo acto de recibir a Cristo por fe, como se explica en San Juan 1:12 y en Efesios 2.8-9
El siguiente punto fundamental cuando se presenta a Cristo, es ayudar a los que quieren recibirlo como su Salvador, a comprender exactamente qué hacer. Conforme usted continúa leyendo el folleto, explique cómo recibir a Cristo.
Lea la oración en voz alta y luego pregunte: «¿Expresa esta oración el deseo de su corazón?»
Si la respuesta es “sí,” diga, “usted puede hacer esta oración ahora mismo, si realmente entiende lo que significa y Cristo vendrá a su vida como Él lo prometió.
Luego haga una pausa para la oración. Sugiera que si la persona desea orar en voz alta, usted puede orar con ella.
Si se produce un largo silencio, puede sugerir que la persona ore repitiendo, después de usted, frase por frase. Sin embargo, sea sensible. Algunas personas desean hacer su propia oración, en vez de una oración sugerida. Si alguien desea orar en silencio, sugiérale que diga “Amén” al finalizar. Cuando diga “Amen”, ore en voz alta por el nuevo creyente.
Si la persona no hace un compromiso con Jesucristo después de que le ha leído el folleto completo, evite ofenderla. No trate de discutir ni presione a nadie a tomar una “decisión” por Cristo. Jesús dice: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere.”
Lo más importante no es lo que usted diga, sino lo que el Espíritu Santo haga a través suyo. Usted y yo no tenemos la habilidad de llevar a alguien a Jesucristo por nuestro propio medio. Recuerde, el éxito en la evangelización es sencillamente tomar la iniciativa para presentar a Cristo en el poder del Espíritu Santo, y dejarle los resultados a Dios.
Sin embargo, usted puede tomar ciertos pasos para ayudar a la persona que no ora para recibir a Cristo, al llegar a la oración en el folleto:
Algunos querrán orar en ese momento, mientras que otros preferirán hacerlo después, cuando comprendan mejor lo que significa recibir a Cristo. En ese caso:
En una ocasión compartí el folleto de las Cuatro Leyes Espirituales con un famoso general, quien estaba de acuerdo con su contenido, pero nunca había recibido a Cristo. Quería hacerlo pero nunca había dado ese paso. Me ofrecí para orar con él, pero me dijo que preferiría recibir a Cristo cuando estuviera solo. Le prometí orar por él y me despedí.
A la mañana siguiente lo llamé para preguntarle: «¿Hizo esa oración?»
“Ciertamente lo hice,” -respondió con amabilidad y entusiasmo- “tal como prometí.”
Permítame recomendarle otros dos métodos que podrían ser muy útiles.
Uno es compartir su propio testimonio personal y , según el Espíritu Santo le guíe, déle a la persona a quien le está compartiendo, otra oportunidad para recibir a Cristo. Otro método es repasar el folleto, explicándolo claramente una ley a la vez y preguntando después de cada ley, “¿Entiende? ¿Es claro esto?”
Otra consideración importante al compartir a Cristo con otros es la necesidad de guiar a los nuevos cristianos a tener plena seguridad de su fe en Cristo. Todo el material que en el folleto se encuentra después de la oración, está especialmente diseñado para que pueda ayudar al nuevo cristiano a estar seguro de que él o ella es un verdadero hijo de Dios.
Después de que una persona ha orado, hágale las preguntas que se encuentran en la página “once” del folleto. “¿Recibió a Cristo en su vida? De acuerdo a Su promesa de Apocalipsis 3:20, ¿dónde está Él en este momento en relación a usted?”
Si la respuesta es: “Él está en el mundo,” o “Él está en los cielos”, formule la pregunta de nuevo, enfatizando “..pero dónde está Él en relación a usted?”
Explique que, de acuerdo a Apocalipsis 3:20, Cristo dijo que Él entraría en nuestras vidas.
Luego, pregunte: «¿Lo engañaría Cristo? ¿En qué autoridad se basa para saber que Dios ha respondido su oración?» Luego explique que nuestra autoridad es la fidelidad del mismo Dios y Su Palabra. Lean juntos 1 Juan 5:11-13.
Enfatice que podemos estar seguros de tener vida eterna en base a estas promesas de la Palabra inspirada de Dios.
Recientemente compartí el Evangelio utilizando Las Cuatro Leyes, con un hombre que recibió a Cristo, pero que no tenía la seguridad de su salvación. Después de leerle este pasaje en particular, le pregunté: «¿qué pasaría si usted muriera hoy?»
El contestó: “Me temo que me iría al infierno.”
Pero, al leerle el pasaje de 1 Juan varias veces, vi que sus ojos se llenaban de luz y que su rostro estaba radiante. El Espíritu Santo había quebrado la resistencia que él había creado por cincuenta años y finalmente, este hombre pudo ver la verdad de Dios y recibir a Cristo en su vida, por fe.
Siempre explique cuán importante es la fe. Repase y explique el significado de Efesios 2:8,9. Advierta a la persona contra el peligro de depender de los sentimientos.
Una de las más grandes mentiras de Satanás es que usted debe tener alguna clase de experiencia emocional al recibir a Cristo. Recuerde que la Palabra de Dios dice que debemos recibir a Cristo por fe y vivir por fe. Esto no excluye la importancia de las emociones, pero, de acuerdo al Evangelio según San Juan 14:21, usted no debe buscar una experiencia emocional.
Tiene que vivir por fe y obedecer los mandamientos de Dios. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama.
Explique el dibujo del tren de la página 12 del folleto, y la verdad que nos indica que la vida cristiana no debe vivirse de acuerdo a los sentimientos, sino de acuerdo a la fe en Dios y en Su Palabra. Estudie esta información cuidadosamente, y acláresela siempre a la persona a quien le está hablando de Cristo.
También explique breve y claramente las cuatro cosas maravillosas que le han sucedido al nuevo cristiano, según la lista que se encuentra en la página 13 del folleto.
Cuando una persona, basándose en la Palabra de Dios, diga estar segura de que Cristo está en su vida, sugiérale que cada uno de ustedes ore en voz alta, agradeciendo a Dios por lo que Él ha hecho. El solo acto de agradecer a Dios, demuestra fe y a menudo contribuye a la seguridad de la salvación.
Continúe dándole sugerencias para el crecimiento cristiano y sobre la importancia de participar activamente en una iglesia local, según está explicado en las páginas 14 y 15 del folleto “Las Cuatro Leyes Espirituales.”
No se puede dejar de enfatizar la importancia de discipular apropiadamente al nuevo cristiano. Usted debe estar seguro de anotar el nombre y la dirección de cada persona con la que ora para recibir a Cristo. Esto se debe hacer con tacto y sin ofender, si primero usted mismo le dé a esa persona su nombre y dirección.
Luego haga una cita para reunirse con el nuevo cristiano, para brindarle consejo espiritual y discipulado, si es posible, al día siguiente. De preferencia no deje pasar más de 48 horas antes de verse nuevamente con el nuevo cristiano.
Muchos reciben la seguridad de su salvación tan sólo leyendo y estudiando el material que les enviamos. Recuerdo a una nueva coordinadora de nuestra organización, quien se me acercó para agradecerme por haberle enviado una serie de doce cartas de edificación.
“Después de recibir a Cristo”, dijo, “tenía serias dudas. Decidí que después de todo no quería ser cristiana. Inclusive me sentía molesta con usted y las cartas que me enviaba. Pero luego Dios usó sus cartas para responder a mis preguntas y para ayudarme a rendir mi vida a Cristo. Ahora he solicitado ser una coordinadora más de la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo y ya he sido aceptada. Estoy muy feliz. Quiero agradecerle de nuevo por escribirme esas cartas de edificación. Hoy no estaría aquí, si no fuera por ellas.”
Además del uso de las cartas de edificación, usted también tiene la responsabilidad de discipular personalmente a la persona - siempre que sea posible. Si no puede reunirse con ella personalmente, sería muy significativo para el nuevo cristiano recibir una carta personal de aliento de parte suya.
Usted puede ayudar a animar a los nuevos cristianos a crecer y a comenzar a ganar y a edificar a otros a través del discipulado personal, de pequeños grupos, de estudios bíblicos hogareños, de cursos de la Cruzada Estudiantil, en escuelas dominicales y principalmente mediante la iglesia.
La Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo quiere servirle a usted y a todo el cuerpo de Cristo, no sólo dándole capacitación para compartir su fe con efectividad, sino también ayudando a capacitar y a discipular a aquéllos a quienes usted ha guiado a Cristo.
Además del folleto de “Las Cuatro Leyes Espirituales”, contamos con otros materiales diseñados para ayudarlo en su crecimiento cristiano y en su tarea de evangelización personal.
Para que la evangelización se constituya en un hábito en su vida, es necesario que la capacitación también sea un hábito. Si el mundo secular depende de un programa sistemático de capacitación, para promover mayor efectividad en sus diversas tareas y profesiones, cuánto más importante es que los cristianos participen en un programa continuo de capacitación a través de la iglesia local.
Nosotros queremos ayudarle en esto. La capacitación para el uso más efectivo de estas herramientas prácticas, está disponible en nuestras oficinas y mediante cientos de cursos de capacitación para estudiantes, profesionales y pastores. Estos se imparten en toda la América y en los países más importantes del mundo.
Yo lo invito a llevar a cabo un experimento en los próximos treinta días. Comience cada día de rodillas, pidiéndole a Dios que lo guíe a aquella persona cuyo corazón ha sido preparado para que usted le testifique. Acuda en oración y en el poder del Espíritu Santo,y con la actitud del apóstol Pablo, “amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría.” Presente el Evangelio tal como está desarrollado en “Las Cuatro Leyes Espirituales.” Espere que Dios lo use.
Al finalizar los treinta días, estoy seguro que estará convencido, como muchísimos otros antes que usted, de que no hay mayor aventura en la vida que guiar a otros a nuestro Salvador.
Recuerde, “usted puede traer muchísima felicidad a este mundo” compartiendo el Evangelio de Cristo con otros.
Si la siguiente oración expresa el deseo de su corazón, hágala suya. “Señor Jesús, agradezco Tu amor por mí. Te agradezco porque por medio de Tu muerte y resurrección, mis pecados han sido perdonados y ahora puedo vivir una vida fructífera para ti cada día. Como una expresión de mi amor por Tí y por toda persona, y en obediencia a Tu mandato, quiero darle total importancia a llevar a otros a Cristo cada día. Gracias por Tu promesa de hacerme fructífero si yo te sigo. Amén.”