El experimentado pastor de una de las iglesias más importantes de Estados Unidos, se acercó para hablar conmigo después de mi conferencia sobre “Cómo ser lleno del Espíritu Santo.” Me dijo: «¡Mi vida nunca volverá a ser la misma después de esta noche! He sido pastor por más de veinte años, pero hasta ahora, no había comprendido cómo ser controlado y dirigido por el Espíritu Santo como una manera de vivir. Estoy anticipando el compartir esto con los miembros de mi propia iglesia...”
Un hombre de negocios jubilado y su esposa, vinieron a mi oficina desde el otro extremo del continente para expresarme su entusiasmo. - “Nuestras vidas fueron cambiadas totalmente cuando aprendimos cómo ser llenos del Espíritu Santo como resultado de su ministerio. Ahora hablamos de Cristo con otras personas en todo lugar a donde vamos,” - me dijeron.
Ellos me entregaron un cheque generoso y una petición. - “Hemos venido a pedirle que comparta por televisión cómo ser llenos del Espíritu Santo, para que lo escuchen millones de personas. Deseamos que otros cristianos experimenten la realidad del Espíritu Santo en sus vidas, así como nosotros...”
Al concluir una de mis conferencias, un hombre se acercó casi precipitándose por el pasillo. - “¡Esto es lo más extraordinario que he escuchado en mi vida!” - comenzó diciendo- “¡Hoy he sido liberado!” Este hombre era parte de un grupo de doce directivos de varias organizaciones cristianas. - “He estado tratando de servir a Dios con mucha diligencia y prácticamente descuide mis negocios y mi familia. He estado tratando de servir a Dios en la energía de la carne. ¡Ahora comprendo por qué he sido tan infeliz y tan poco fructífero!” - exclamó.
Todas estas personas fueron liberadas de lo que considero ser una de las mayores calamidades que existen actualmente en el cuerpo de Cristo. Esta plaga espiritual puede ser hallada en el centro mismo de todos los problemas que dañan a la Iglesia en todo el mundo. La enfermedad de la que estoy hablando es una epidemia de mundanalidad y carnalidad que parece envolverlo todo.
Algunas versiones de la Biblia usan diferentes palabras para el término “carnal” referido en I Corintios 3:3.
Aprender cómo ser lleno (controlado y dirigido) por el Espíritu Santo por fe, puede ser el descubrimiento más importante de su vida cristiana. Considere cuidadosamente las últimas palabras del Señor Jesucristo cuando estaba con sus discípulos en el Monte de los Olivos, pocos momentos antes de que ascendiera a los cielos. Jesús les había ordenado a sus discípulos ir por todo el mundo y predicar el evangelio y hacer discípulos a todas las naciones. Sin embargo, les había dicho también que no se salieran de Jerusalén, hasta que fueran llenos con el poder del Espíritu Santo.
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo,” dijo, “Y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”
Por medio de estas palabras, Jesús está indicando: “Aunque ustedes han estado conmigo por más de tres años, no es suficiente que me hayan oído enseñar a las multitudes, y que hayan presenciado mis sanidades y que me hayan visto vencer a la misma muerte. Ustedes deben ser capacitados por el Espíritu Santo para ser mis testigos efectivos y fructíferos por todo el mundo.”
Un próspero hombre de negocios llegó a Arrowhead Springs, lugar de nuestra sede internacional en California, con el propósito de asistir a una capacitación. Este, era el hijo de un ministro cristiano, había sido educado bajo la buena influencia de la iglesia, había sido superintendente y maestro de la Escuela Dominical durante años, diácono, miembro de la Junta Directiva de uno de los seminarios teológicos más importantes del país, y hasta fue presidente laico de su denominación.. Sin embargo, este hombre nunca le había hablado a nadie más de Cristo.
Durante la capacitación, aprendió cómo ser lleno del Espíritu Santo por fe y también cómo presentar a otros a Cristo. Desde ese momento, ha guiado personalmente a cientos de personas a Cristo y ha capacitado a miles de laicos y pastores a través de nuestro Instituto de Evangelización para Laicos. Otros miles más, han conocido a Cristo por medio de aquellos a quienes él capacitó.
El pastor de una iglesia de 1.500 miembros se apropió la llenura del Espíritu Santo en un Instituto de Evangelización para Pastores en Arrowhead Springs y aprendió cómo hablarle de Cristo a otros, en manera personal. Durante una tarde dedicada a la evangelización del vecindario, catorce de las quince personas a quienes este pastor entrevistó, recibieron a Cristo. Nunca antes había tenido tal experiencia. Cuando regresó a su púlpito, parecía ser otro hombre. Muy pronto, cientos de miembros de su iglesia, al igual que él, se habían apropiado la llenuradel Espíritu Santo por fe. Ellos comenzaron a compartir su entusiasmo por Cristo y por medio de su testimonio, muchos más respondieron aceptando a nuestro Salvador.
La vida cristiana es realmente una gran aventura. Es una vida con propósito y poder. Cristo nos ha dado una promesa que nos parece increíble, «De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, Él las hará también; y aun mayores hará porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.”
Naturalmente en nuestras propias fuerzas, nosotros no podemos lograr estas grandes obras. Es Cristo mismo, viviendo en nosotros en todo el poder de su resurrección, moviéndose mediante nuestro cuerpo, pensando con nuestra mente, amando con nuestro corazón, hablando con nuestros labios - quien nos capacita con el Espíritu Santo para hacer esas grandes obras. No es pues nuestra sabiduría, nuestra elocuencia, nuestra lógica, nuestra personalidad tan popular o nuestra persuasión, lo que traerá a las personas a los pies del Salvador. Es el Hijo del Hombre, quien vino a buscar y salvar lo que se había perdido, quien envió su Santo Espíritu para llenarnos y capacitarnos.
“Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí y haré que seáis pescadores de hombres.”
En el primer siglo, los cristianos dirigidos y capacitados por el Espíritu Santo y llenos de Su amor, revolucionaron el mundo de esa época.
Conforme los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo, recibieron un poder divino y sobrenatural que los cambió, transformándolos de hombres temerosos en testigos radiantes de Cristo. Ellos fueron usados por Dios para cambiar el curso de la historia.
Este mismo poder omnipotente, el poder del Espíritu Santo; está disponible para capacitarlo a usted para vivir una vida santa y fructífera para Jesucristo.
Sin embargo, muchos cristianos trágicamente ni siquiera saben quién es el Espíritu Santo, o si lo saben, no conocen cómo apropiarse de Su poder. Consecuentemente, pasan por la vida sin experimentar ni siquiera la vida abundante y fructífera que Cristo prometió a todos los que confían en Él.
Cada vez viene a mi mente el gran contraste entre la iglesia actual de Cristo y Su iglesia del primer siglo. En su introducción a “Cartas a las Iglesias Jóvenes”, J. B. Phillips escribe:
Ellos no vacilaron en describirlo como Cristo mismo viviendo en ellos.
Este mismo poder del primer siglo - el poder del Cristo vivo y resucitado, lleno de amor, revelado por medio del Espíritu Santo - todavía está disponible para usted ahora.
¿Ha experimentado usted este poder en su vida? ¿Es usted un testigo victorioso y fructífero para Cristo? Si no lo es, puede serlo.
Yo creo que el mensaje más importante que posiblemente puedo dar a los cristianos, son estas noticias maravillosas y revolucionarias sobre la vida llena del Espíritu. He compartido estas verdades alrededor del mundo con millones de cristianos; con adultos y jóvenes por igual. Ningún otro mensaje que haya presentado ha sido tan usado por Dios para transformar las vidas de las multitudes, como éste.
Si usted todavía no ha experimentado la vida abundante que Jesús prometió y que es su herencia legítima como cristiano, si usted todavía no ha hablado a otros de Cristo como una manera de vivir y si sinceramente desea hacerlo, ¡tengo muy buenas noticias para usted!
Las respuestas de las siguientes preguntas, pueden cambiar su vida y le permitirán experimentar la vida abundante y fructífera, que nuestro Señor prometió a todos los que confían en Él y le obedecen.
Primero, ¿quién es el Espíritu Santo?
Segundo, ¿por qué vino?
Tercero, ¿qué significa ser lleno del Espíritu Santo?
Cuarto, ¿por qué el cristiano común no está lleno del Espíritu Santo? Quinto, ¿cómo puede usted ser lleno del Espíritu Santo?
El Espíritu Santo es Dios. Él no es una “cosa”. No es una influencia divina. No es una nube blanca como el algodón. Éll no es un fantasma ni un concepto. Él es una persona con voluntad, intelecto y emociones. Él es Dios - con todos los atributos de la Deidad. Él es la tercera persona de la Trinidad - “co-igual” con Dios, el Padre y Dios el Hijo.
Hay un solo Dios pero manifestado en tres personas, a las que llamamos Trinidad.
No puedo definir la Trinidad. Nadie puede. El Dr. Wilbur Smith, uno de mis profesores en el seminario, compartió una vez en la clase, “El hombre que niega la Trinidad pierde su alma. El hombre que trata de comprender la Trinidad pierde el juicio.” Como seres finitos, no podemos comprender a Dios que es infinito.
Intentamos ilustrar el concepto de la Trinidad, pero tal esfuerzo es totalmente inadecuado. Por ejemplo, yo puedo decir que un hombre posee un cuerpo, una mente y un espíritu - ¿cuál es el hombre? O podría describir el agua (H2O) como un líquido, como un sólido o un vapor, porque dependiendo del clima es agua, hielo o gas. ¿Cuál es H2O? O un esposo, un padre y un hijo - que sin embargo, es el mismo hombre. Ninguna ilustración es adecuada. En el mejor de los casos, sólo puede sugerir muy levemente a qué se parece Dios.
Aunque a usted y a mí nos gustaría saberlo todo acerca de la Trinidad, algunas de nuestras preguntas sólo obtendrán respuestas cuando estemos con nuestro Señor en la eternidad. Entonces, comprenderemos completamente. Mientras tanto, consideremos lo que Pablo dice en Romanos 11:
El Espíritu Santo vino a glorificar a Cristo y guiar a los creyentes a toda verdad. En la víspera de su crucifixión, mientras estaba todavía en el Aposento Alto, el Señor Jesús les dijo a sus discípulos, “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho.”
El Espíritu Santo vino para que usted conozca a Cristo a través de un nuevo nacimiento y para darle el poder para vivir y compartir la vida abundante que Jesús prometió a todos los que confían en Él y le obedecen.
El Espíritu Santo inspiró a hombres santos de la antigüedad a escribir la Biblia. Conforme usted la lee, Él le revela Su verdad. A menudo leo pasajes de las Sagradas Escrituras que he leído muchas veces antes y repentinamente en el momento que necesito una verdad en particular, un pasaje específico como que cobra vida para mí.
¿Por qué? Porque el Espíritu Santo hace relevante y significativa la Palabra de Dios, cuando yo lo necesito. La Biblia es un libro vivo inspirado por el Espíritu Santo, y sólo los cristianos que son llenos de ese Espíritu pueden entender el significado verdadero de la Palabra de Dios.
Cuando hago oración - excepto en el caso de la oración de confesión - no puedo esperar que Dios me conteste, a menos que yo esté caminando en el Espíritu. Puedo testificar de Cristo, pero nadie responderá, a menos que yo esté controlado y capacitado por el Espíritu Santo.
No puedo vivir una vida santa, sin la ayuda del Espíritu porque “el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.”
Un ministro cristiano, amigo mío, me dijo, “No me gusta que se hable tanto del Espíritu Santo. Yo quiero hablar acerca de Cristo.” Le recordé cuál fue la razón por la que vino el Espíritu Santo - para exaltar y glorificar a Cristo.
Es imposible aún conocer a Cristo, sin el ministerio regenerador del Espíritu. Fue el mismo Jesús de Nazaret quien dijo, “El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”
Es imposible que usted llegue a ser cristiano, que comprenda la Biblia y otras verdades espirituales, que ore, que viva una vida santa, que testifique o haga cualquier cosa para el Señor Jesús, sin la persona del Espíritu Santo.
Ser lleno del Espíritu Santo es ser lleno de Cristo mismo. El Espíritu Santo vino a glorificar a Cristo. Por lo tanto, si yo estoy lleno del Espíritu, significa que estoy permaneciendo en Cristo. Significa también, que estoy caminando en la luz como Él está en la luz y la sangre de Jesucristo me limpia y me mantiene limpio de todo pecado.
Estoy controlado por Cristo porque las palabras “ser lleno” significan “ser controlado” también. Si yo soy controlado, pero no como una máquina sino como una persona dirigida por el Espíritu Santo - el Señor Jesús podrá moverse con entera libertad mediante mi cuerpo, y vivir su vida resucitada en y a través de mí.
Este hecho maravilloso de que Cristo viva en usted y exprese su amor a través suyo es una de las más importantes verdades en la Palabra de Dios. Las normas de la vida cristiana son tan elevadas e imposibles de alcanzar, que de acuerdo a la Palabra de Dios, sólo una persona ha podido cumplirlas. Esa persona es Jesucristo. Ahora bien, mediante su preciosa presencia morando en cada vida, Él desea capacitarnos y capacitar a todos los que confían en Él, para que puedan vivir esa misma vida sobrenatural.
Usted puede ser un gran predicador, un erudito bíblico, un diácono o un consejero, puede asistir a las reuniones de la iglesia diariamente, vivir una vida limpia y moral, memorizar cientos de versículos de la Biblia, dirigir el coro de una iglesia, o enseñar en la Escuela Dominical, pero si usted no lleva fruto hablándole de Cristo a otros, entonces no está lleno y controlado por el Espíritu Santo, conforme a la Palabra de Dios.Si usted está dispuesto a que Jesucristo viva su vida resucitada en y a través suyo, podrá experimentar así mismo el fruto espiritual, lo cual incluye el ganar almas, con tanta naturalidad como una vid saludable produce uvas en abundancia.
Jesús dijo, “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.”
Algunas personas dicen, “Yo testifico de Cristo viviendo una vida correcta,” pero no es suficiente vivir una vida correcta. Muchos que no son cristianos viven vidas morales, éticas y correctas. Pero según el Señor Jesús, la única manera de mostrar que usted verdaderamente lo sigue, es produciendo fruto, el cual incluye el presentar a otros a nuestro Salvador, así como también vivir vidas santas. Sin embargo, la única manera de producir fruto es a través del poder del Espíritu Santo.
Hace algunos años le pregunté a uno de los más grandes teólogos de nuestro tiempo, decano de un seminario teológico famoso, si creía que una persona podía estar llena del Espíritu Santo sin testificar de Cristo como una manera de vivir. Su respuesta fue un rotundo “¡No!”.
¿En qué se basó para hacer tal afirmación? La respuesta es lógica. Nuestro Salvador vino a «buscar y a salvar lo que se había perdido,» y Él ha “escogido y ordenado” que usted comparta las Buenas Nuevas de Su amor y perdón con todas las personas por todas partes. No testificar de Cristo con sus labios o fallar en hablar de Él por medio de una vida santa, es desobediencia a Su mandamiento. El cristiano desobediente no puede esperar en ninguno de estos casos que Dios controle y capacite su vida, ni puede experimentar la realidad de la presencia y bendición de Dios.
Un estudiante muy desanimado vino a mí buscando consejo, después de una de mis conferencias. Por varios meses había dedicado por lo menos tres horas diarias para leer su Biblia, para orar y compartir su fe con otros. Sin embargo, nunca había guiado a alguien a Cristo. Luego de conversar por unos momentos, su problema se hizo evidente - él no estaba controlado y capacitado por el Espíritu Santo a pesar de que quería estarlo.
Oramos juntos, y por fe él apropió el poder del Espíritu Santo en base a la autoridad de la Palabra de Dios. Su vida fue absolutamente transformada. Ese día tan importante, tuvo también su primera experiencia en guiar a una persona a Cristo. El día siguiente, condujo a otra persona a Cristo y dos días después a otra. Desde entonces, ha presentado a nuestro Señor a cientos, quizá miles de personas.
Cuando usted está lleno del Espíritu, no solamente recibe poder sobrenatural para testificar, sino que su personalidad comienza también a cambiar. Conforme usted continúa caminando en el control y el poder del Espíritu Santo, el fruto del Espíritu será cada vez más evidente en su vida.
En Gálatas 5:22,23, Pablo explica que cuando el Espíritu Santo dirige nuestras vidas, produce en nosotros amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
La relación del cristiano con el Espíritu Santo es crítica y progresiva: Crítica, porque uno aprende que la vida cristiana es una vida de fe, más bien que una vida de buenas obras. Es una vida independiente de los estados emocionales (“mas el justo por la fe vivirá”). Progresiva, porque conforme uno aprende a caminar consistentemente en el poder y control del Espíritu Santo, se hará evidente el fruto del Espíritu en su vida.
Aquí es conveniente una palabra de advertencia. No busque una experiencia emocional o mística. No dependa de impresiones emotivas. La Palabra de Dios debe ser la base de su crecimiento espiritual. Hay un paralelo interesante entre Efesios 5.18, que insta a estar constante y continuamente dirigidos y capacitados por el Espíritu Santo y Colosenses 3:16, que nos insta a que “La palabra de Cristo more en abundancia en nosotros.”
El resultado final de permitir que la Palabra de Dios habite en usted y de ser lleno y controlado por el Espíritu Santo, será que usted hablará más del Señor con Salmos e himnos de alabanza, llenando su corazón de música para el Señor. Es muy importante reconocer la importancia del equilibrio entre la Palabra de Dios y el ministerio del Espíritu de Dios. La Palabra de Dios parecería incomprensible para nosotros y tendría muy poco significado sin la iluminación del Espíritu Santo. A su vez, el Espíritu Santo estaría imposibilitado de hablarnos claramente y de conducirnos a la verdad capaz de transformar nuestras vidas, fuera de la Palabra de Dios.
Cuando el énfasis en el ministerio del Espíritu Santo y la Palabra de Dios está en equilibrio apropiado en su vida, el resultado es una vida fructífera y de poder en la que nuestro Salvador el Señor Jesucristo, es honrado y glorificado de forma maravillosa.
Conforme usted continúe permitiendo que el Espíritu Santo lo controle y capacite, y mientras medite en la Palabra de Dios, guardándola en su corazón, su vida expresará más y más la belleza de Cristo y el fruto del Espíritu que Pablo enumera en Gálatas 5:22,23. Estos atributos de nuestro Señor Jesús, junto con una evangelización fructífera, indican que el Señor está viviendo realmente Su vida en y a través de usted.
Ser lleno del Espíritu Santo da como resultado una vida abundante y gozosa. Jesús de Nazaret en una oportunidad exclamó a las multitudes, “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” San Juan, el evangelista añade, “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él.”
El cristiano típico continúa viviendo en desobediencia a Dios y no está lleno del Espíritu generalmente por dos razones:
Desde el momento en que ocurre su nacimiento espiritual, usted tiene el poder para ir creciendo hacia la madurez en Cristo. Sin embargo, la mayoría de las personas no comprenden cómo vivir por fe. Viven como en una “montaña rusa” espiritual, subiendo y bajando de una experiencia emocional a otra.
En Romanos 7, Pablo describe la lucha del cristiano mundano y carnal, “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago...¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”
En 1 Corintios 3, Pablo describe a un creyente mundano y carnal como aquel que actúa como un no creyente. Aunque el creyente mundano ha recibido a Cristo, él le ha permitido a su naturaleza carnal reclamar el trono de su vida por medio del pecado.
Dios aún es dueño de esta persona y Cristo, todavía está en esa vida, pero este cristiano ha caído en pecado en una o más áreas de su vida.
El creyente carnal, al no estar rendido a Dios, es a menudo una persona infeliz - aún más infeliz que un no cristiano. Se encuentra en un período de estancamiento espiritual porque no se arrepiente ni confiesa a Dios sus pecados. Consecuentemente, Satanás ha logrado influenciarlo y controlarlo con éxito por medio de la carne y la lujuria.
Pablo escribió a los cristianos de Corinto:
El cristiano mundano y carnal ciertamente experimenta la convicción del Espíritu Santo y no continuará en su pecado indefinidamente; de no ser así, tal vez ni siquiera sea un cristiano. Fracasado y sin fruto, este tipo de cristiano depende de su propio esfuerzo para vivir la vida, en vez de hacer uso de los recursos sobrenaturales e inagotables del Espíritu Santo. Aferrándose a sus propios intereses con una mano y tocando apenas las bendiciones de Dios con la otra, esta persona fracasa una y otra vez en vivir la vida cristiana en la llenura y el poder del Espíritu Santo.
Habiendo experimentado el gozo y las bendiciones de la comunión con Dios, él ha perdido ahora el contacto y no sabe cómo restablecer esa comunión perdida. Sin embargo, el creyente mundano nunca podrá estar satisfecho con volver al antiguo modo de vida, y en la búsqueda de la felicidad y satisfacción, esta persona se ha centrado en sí misma en lugar de centrarse en Cristo.
Como resultado, se encuentra cada vez más confundido y frustrado y no sabe qué hacer al respecto. No sabe cómo vivir por fe - al contrario, vive sólo por sus sentimientos. El cristiano mundano todo lo intenta por sí mismo en vez de confiar. Él no sabe cómo dejar de ser mundano, ni cómo llegar a ser un cristiano espiritual. El único que puede ayudarle a cambiar es, por supuesto, el Espíritu Santo.
Pero el cristiano nominal no comprende cómo apropiarse por fe de los recursos de la resurrección de Cristo. Como resultado, el creyente mundano vive en pobreza espiritual, sin conocer ni experimentar las enormes riquezas y recursos espirituales que son su herencia en Cristo.
La vida cristiana es una vida milagrosa y sobrenatural. El cristianismo no es lo que usted hace por Dios sino lo que Él hace por usted. Sin fe en Cristo, usted no puede llegar a ser cristiano y sin dependencia y fe en Él a cada momento, usted no puede vivir la vida cristiana. Cuando usted está lleno del Espíritu Santo, Cristo vive su vida sobrenatural en y a través de usted.Una mujer escocesa de edad avanzada vivía en su pueblo natal en las condiciones de pobreza más extremas. Su hijo había emigrado a Estados Unidos de América hacía unosaños. Allá, él se había convertido en un próspero hombre de negocios, pero nunca se había dado tiempo para volver a su pueblo y visitar a su madre.
Un día, una amiga se sentó a hablar con aquella madre ya anciana, en su casita de campo humildemente amueblada.
“¿Le envió alguna vez su hijo dinero para ayudarla con sus necesidades? -le preguntó.
“No” -dijo la mujer moviendo la cabeza tristemente-. “Sin embargo, ¡me escribe cartas muy lindas y me envía unas fotografías muy interesantes!”
Su interlocutora estaba sorprendida al darse cuenta de que aquel hijo era bastante rico. Pero en lugar de manifestar lo que pensaba, ella le dijo, “¿Podría ver las fotografías que le envía?”
Sacándolas de un cajón, la anciana las mostró orgullosa. Para sorpresa de la visitante, éstas no eran fotografías. Eran billetes bancarios norteamericanos muy valiosos que sumaban miles de dólares. Por décadas, aquella mujer escocesa había estado pasando necesidades y viviendo en la pobreza. ¿Cuál era el problema? Ella desconocía el valor de esas “fotografías interesantes”. Tenía los billetes pero realmente no los poseía.
En el Oeste de Texas, hay un famoso campo de petróleo conocido como el Yacimiento Yates. Durante la depresión, esta propiedad estaba en un rancho ovejero, propiedad de un hombre llamado Yates. Al trabajar en el rancho, el Sr. Yates no ganaba suficiente dinero para pagar el capital y los intereses de la hipoteca, por lo que estuvo en peligro de perder su propiedad. Con el dinero escaso para vestirse o alimentarse, su familia, al igual que muchos otros, tuvo que vivir de la beneficencia pública.
Día tras día, el Sr. Yates, mientras pastoreaba a sus ovejas sobre las onduladas colinas del Oeste de Texas, seguramente se la pasaba muy preocupado acerca de cómo iba a pagar sus deudas. Un buen día, un equipo de sismólogos de una compañía petrolera fue a la región y le dijo al Sr. Yates que había la posibilidad de que hubiera petróleo en sus tierras. Le pidieron permiso para perforar un pozo, y firmó un contrato de arrendamiento con ellos.
A 1,115 pies (370 mts.) se encontró una vasta reserva de petróleo. El primer pozo daba un rendimiento de 80,000 barriles diarios. Muchas perforaciones subsecuentes dieron más del doble. En efecto, treinta años después del descubrimiento, el gobierno examinó uno de los pozos mostrando que todavía tenía el potencial de aproximadamente 125,000 barriles de petróleo al día.
¡El Sr. Yates era propietario de todo esto! El mismo día que compró la tierra, recibió también el petróleo y los derechos sobre el mineral. Sin embargo, estaba viviendo de la caridad. ¡Un multimillonario viviendo en la pobreza! ¿Cuál era el problema? Él no sabía que el petróleo estuviera allí. Lo tenía, pero no lo poseía.
No conozco mejores ilustraciones de la vida cristiana que éstas dos. Cuando usted llega a ser un hijo de Dios, por medio de la fe en Cristo, se constituye en heredero de Dios. Todos los recursos de Dios están disponibles para usted. Todo lo que necesita, incluyendo sabiduría, amor, poder para ser un hombre o una mujer de Dios y un testigo fructífero para Cristo, está a su disposición.
A pesar de esto, la mayoría de los cristianos continúan viviendo en una pobreza espiritual impuesta por ellos mismos, porque no saben cómo apropiarse de aquellos recursos espirituales de Dios que ya les pertenecen. Así como la anciana escocesa, que ignoraba que las “fotografías interesantes” eran billetes muy valiosos y así como el Sr. Yates, junto con su vasto océano de petróleo, los cristianos viven ignorando sus enormes riquezas.
La falta de conocimiento no es la única razón por la que los cristianos no están llenos del Espíritu. Muchos, básicamente no creen en la fidelidad de Dios y tienen miedo de ceder el control de sus vidas al Espíritu Santo, porque temen que Dios requiera lo imposible de parte de ellos, temen que Él cambiará sus planes, les pedirá que dejen su riqueza, los dejará sin diversiones en la vida, los hará soportar tragedias, o algo por el estilo.
Un joven y sobresaliente ministro cristiano, graduado con honores en el seminario, me dijo una vez, - “Nunca he rendido mi vida a Cristo porque siempre tuve miedo de lo que Él haría conmigo.” - Entonces me contó cómo hace algunos años, había tenido la corazonada de que si comprometía su vida con Cristo, sus padres fallecerían en un accidente trágico. Él temía decir “Sí” a Dios por miedo a que sus padres perdieran la vida. Sentía que Dios lo probaría para determinar la vida. Sentía que Dios lo probaría para determinar lo genuino de su compromiso.
¿Le parece que esto puede provenir de un Padre amoroso? ¿Quién cree usted que puso esa idea en su mente? Ciertamente que no fue Dios. Fue Satanás quien, como a Adán y a Eva hace muchos siglos, le dijo, «Tú no debes confiar en Dios.» Pero yo le digo, ¡usted puede y debe confiar en Dios! Él le ama y es digno de toda su confianza.
Suponga que su hijo le dijera: “Papi, Mami, los amo y he decidido que de ahora en adelante haré todo lo que me pidan.” ¿Cómo respondería usted?
Si usted respondiera a la expresión de confianza de su hijo como muchos creen que Dios les respondería cuando rindan sus vidas a Él, usted debería entonces tomar a su hijo por los hombros, mirarlo a los ojos con dureza y decirle con severidad, “He estado esperando esto. Ahora voy a hacer que te arrepientas de esta decisión mientras vivas. Voy a quitarte todo lo que te gusta y te haré hacer lo que detestas. ¡Haré que tu vida sea lo más infeliz posible!”
Por supuesto que usted no respondería de esa forma a la confianza de su hijo. Yo creo que en realidad usted pondría sus brazos alrededor de su pequeño hijo y le diría: “Te amo también y aprecio profundamente esta expresión de tu amor por mí. Es el mayor regalo que podrías haberme dado.”
Dios nos ha mostrado muchísimas veces que es un Dios lleno de amor. Él es digno de su confianza. Jesús le asegura, “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”
Muchas personas se me aproximan buscando consejo respecto de la voluntad de Dios para sus vidas. A menudo tienen miedo de lo que Dios les pedirá que hagan. Generalmente les pregunto, “¿Cree usted que Dios le ama? ¿Cree usted que Dios tiene un plan maravilloso para su vida? ¿Tiene Dios el poder de guiar y bendecir su vida si deposita su confianza en Él?”
Como norma, las respuestas siempre son afirmativas. Entonces les pregunto, “¿Está usted dispuesto a confiar en Él, ahora mismo, para que lo dirija y capacite para vivir una vida santa y para ser un testigo fructífero de Cristo? En ese momento, la mayoría de ellos están listos para decirle “Sí” a Jesús sin vacilación. Empiezan a reconocer que la duda ha sido colocada allí por el enemigo de sus almas.
Cuando usted le da su vida a Cristo, no debe preocuparse por lo que pasará. Tal vez usted tenga temor de queÉl le prive de sus placeres, lo haga abandonar su negocio o profesión, le quite su salud, o termine alguna amistad o relación amorosa. Tal vez usted tenga miedo de que Cristo lo envíe como misionero a algún lugar remoto del mundo donde podría perder la vida.
En efecto, Él podría y puede pedirle que haga una o más de estas cosas, pero también puede escoger no hacerlo. Si Él lo hace, usted se regocijará en el privilegio, porque Dios siempre bendice a los que confían en Él y le obedecen. Las personas más felices que he conocido no son las que tienen todo lo mejor que este mundo ofrece - o las que han alcanzado gran éxito en sus profesiones - o las que están en posiciones importantes de poder e influencia. Las personas más felices que yo he encontrado, son las que han aprendido a confiar y a obedecer a Dios sin importar las circunstancias.
Usted puede confiar en Dios. Si Él le guía a darlo todo, a cambio le dará muchas más bendiciones de las que usted podría recibir sin Su gracia. Sólo Dios es digno de su total confianza. Yo le invito a venir a Cristo y libremente decirle: “Señor, aquí estoy. Toma mi vida y úsame para tu gloria.”
Dios nos recuerda en 1 Juan 4:18, “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.”
La Palabra de Dios y la experiencia de multitudes a través de los siglos, confirman una seguridad absoluta de que usted puede confiarle a Dios su vida, su todo.
¿Cómo puede usted ser lleno del Espíritu Santo?
Somos llenos del Espíritu Santo por fe. ¿Cómo llegó usted a ser cristiano? Por fe. “Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe.”
“Por tanto de la manera como habéis recibido al Señor Jesucristo andad en Él.”
Usted recibe a Cristo por fe. Usted vive por fe. Todo lo que recibe de Dios, desde el momento de su nacimiento espiritual hasta su muerte, es por fe. ¿Quiere usted ser lleno del Espíritu Santo? Usted puede serlo ahora mismo, por fe.
Usted no tiene que rogarle a Dios que lo llene con Su Espíritu Santo. Usted no tiene que buscar el favor de Dios ayunando, llorando, rogando o disculpándose. Por un tiempo, yo mismo ayuné y clamé a Dios pidiéndo que me llene de Su Espíritu. Pero un día descubrí en la Biblia que “el justo vivirá por la fe.” Usted no puede ganar ni merecer la llenura del Espíritu de Dios. Usted la recibe por fe.
Permítame ilustrar esto. Suponga que usted quiere hacer efectivo un cheque de cien dólares. ¿Iría usted al banco donde tiene depositados varios miles de dólares, y colocar el cheque en el mostrador, arrodillarse y suplicar: “¿Oh, Por favor, señorita cajera, podría cambiar mi cheque?” De ninguna manera. Esa no es la forma en que usted actuaría. Simplemente iría con toda confianza, colocaría el cheque en el mostrador y esperaría a que le entreguen el dinero que ya es suyo. Luego, agradecería a la cajera y seguiría su camino.
Millones de cristianos están suplicándole a Dios como yo mismo lo hice, por algo que ya está disponible, sólo esperando a que lo apropien por fe. Lo que pasa es que están buscando alguna clase de experiencia emocional y no se dan cuenta que tal actitud es un insulto a Dios, es negar la fe. Porque la fe es el único camino para agradar a Dios.
Aunque usted es lleno del Espíritu Santo por fe y sólo por fe, es importante reconocer que algunos factores contribuyen a preparar su corazón para experimentar la llenura del Espíritu.
PRIMERO, usted debe desear vivir una vida que agrade al Señor.
Recuerde la promesa de nuestro Salvador: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.”
SEGUNDO, estar dispuesto a rendir su vida total e irrevocablemente a nuestro Señor Jesucristo. Pablo advierte en Romanos 12:1,2: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
TERCERO, confiese todo pecado conocido que el Espíritu Santo le haga recordar y experimente la limpieza y perdón que Dios promete en 1 Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
Yo llamo a este proceso “La Respiración Espiritual.” Así como usted exhala e inhala físicamente, así también debe respirar espiritualmente. Usted exhala espiritualmente cuando confiesa sus pecados.
Si usted ha actuado mal hacia un hermano o ha tomado algo que no es suyo, el Espíritu Santo lo guiará a hacer la restitución necesaria y así corregir su error.
Obedézcale, o usted perderá su bendición. Las bendiciones de la vida llena del Espíritu Santo vienen sólo a los que están dispuestos a obedecerle.
Jesús prometió: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré, y me manifestaré a él.”
Recuerde que usted no es lleno del Espíritu Santo porque lo desee, ni porque confiese sus pecados, ni porque presente su cuerpo en sacrificio vivo - usted recibe la llenura por fe.
Hay dos palabras importantes que debe recordar.
La primera es ‘mandato’. En Efesios 5:18, Dios le manda ser lleno: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.” No ser lleno, controlado y dirigido por el Espíritu Santo es, por lo tanto, desobediencia.
La otra palabra es ‘promesa’ - una promesa que hace posible el mandato: “Y ésta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.”
Ahora bien, ¿es la voluntad de Dios para usted que sea lleno y controlado por Él? Por supuesto que sí, ¡porque es Su mandato! Siendo así, usted puede pedirle a Dios ahora mismo que lo llene, no porque usted lo merezca, sino basándose en Su promesa.
Si usted es cristiano, el Espíritu Santo ya está morando en usted. Por ejemplo, al adquirir un aparato mecánico que funciona con baterías, frecuentemente hallamos impresas en la caja las palabras “No se incluyen las baterías”. El Espíritu Santo, su fuente de poder para la vida - ya está “incluido”, cuando usted recibe a Cristo como su Salvador y Señor. Por eso, usted no necesita invitarlo a entrar de nuevo a su vida. Él ya lo hizo cuando usted se hizo cristiano y Jesús le ha prometido que Él nunca lo dejará.
En el momento en que usted recibió a Cristo, el Espíritu Santo no solamente vino a morar en usted, sino que le impartió su misma vida espiritual, haciéndole nacer como un hijo de Dios. El Espíritu Santo también lo ha bautizado o identificado en el cuerpo de Cristo. En 1 Corintios 12:13, Pablo explica: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo.”
Es en una sola ocasión que el Espíritu Santo entra a morar en la persona, produce el nuevo nacimiento, y el bautismo del Espíritu Santo - todo lo cual, ocurre cuando usted recibe a Cristo.
Sin embargo, ser lleno del Espíritu Santo no es una experiencia de sólo una vez y para siempre. El Espíritu Santo puede llenarle en varias ocasiones, como se hace evidente en Efesios 5:18. En el idioma griego, en el que este mandato fue escrito originalmente, el significado es más claro que en la mayoría de las traducciones. Este mandato de Dios significa ser lleno constante y continuamente, o sea, ser controlado y dirigido por el Espíritu Santo como una manera de vivir.
Yo no puedo controlarme por mí mismo y a la vez, ser controlado por el Espíritu Santo. Cristo no puede estar en control, si yo estoy en el trono. Por lo tanto, yo debo abdicar. Esto involucra fe. Como una expresión de mi voluntad, en oración, yo le rindo el trono de mi vida a Él, y por fe me apropio de Sus recursos para vivir una vida santa y fructífera.
El mandato de Efesios 5:18 es para que todos los días los creyentes sean llenos, dirigidos, y fortalecidos de forma continua por el Espíritu Santo. Además, la promesa de 1 Juan 5:14,15 para todos los creyentes dice que, cuando oramos de acuerdo a la voluntad de Dios, Él nos oye y nos responde. Si usted clama la llenura del Espíritu de Dios en oración, Él oirá y le responderá. Él lo llenará. Esto significa que usted “inhalará” espiritualmente.
No piense que es necesario tener una experiencia emocional o que debe pasarle algo dramático. ¿Cómo recibió usted a Cristo? ¿Fue debido a alguna presión emocional a la que usted tuvo que enfrentarse? Es posible que sus emociones hayan estado involucradas, pero finalmente usted llegó a ser cristiano por la fe, no por su experiencia emocional. Porque la Biblia dice: “Por gracia sois salvos, por medio de la fe.”
No se le da el Espíritu Santo para que usted tenga una gran experiencia emocional, sino para que usted pueda vivir una vida santa y ser un testigo fructífero de Jesucristo. Por lo tanto, que usted tenga o no una experiencia emocional, realmente no es lo más importante.
En ninguna parte de la Biblia se le dice a usted que ore pidiendo por la llenura del Espíritu Santo. Usted es lleno por fe. Sin embargo, como el objeto de su fe es Dios y su Palabra, le sugiero que como una expresión de su fe, haga oración declarando la llenura de Su Espíritu, según el mandato y la promesa de Dios.
¿Ha entendido las condiciones de Dios? ¿Tiene usted hambre y sed de justicia?
¿Desea usted sinceramente ser controlado y dirigido por el Espíritu Santo? Si es así, yo le invito a inclinar su rostro y a repetir esta oración de fe ahora mismo. Anticipe que Dios le llenará sin necesidad de suplicar, ni rogar, sólo diga:
Ahora, si usted hizo esta oración sinceramente, tenga la seguridad de que está lleno del Espíritu Santo. Usted comenzará a experimentar un amor más grande por Dios.
Usted querrá pasar tiempo con Él estudiando Su Palabra y en oración. Usted querrá compartir su amor por Cristo con otros que no lo conocen.
Cristo le dijo a sus discípulos: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres.” El propósito principal por el que usted es lleno del Espíritu Santo, es para hacerlo un testigo de Cristo mediante una vida santa y mediante las palabras poderosas de su testimonio.
Tuve el privilegio de hablar en un seminario sobre evangelismo en Dallas, Texas. Mi tema fue sobre la importancia de ser lleno del Espíritu Santo para ser efectivos y fructíferos en nuestro testimonio de Cristo.
Al finalizar mi conferencia, una mujer compartió conmigo la gran preocupación que sentía por su suegro. Ella me dijo: “Mi suegro vive con mi esposo y conmigo. He orado por él muchos años, pero aún no es cristiano. Es de edad avanzada y tengo miedo de que muera sin Cristo. ¿Me ayudará usted?”
Le pregunté: “¿Es usted una cristiana llena del Espíritu?”. Ella dijo, “Sí. Esta mañana cuando usted finalizó su mensaje, yo pedí por fe la llenura del Espíritu de Dios.”
“¡Eso es realmente maravilloso!” -exclamé- “Ahora, esto es lo que yo quiero que usted haga. Vaya a su casa y prepárele a su suegro una buena cena. Cuando él esté comiendo, léale este pequeño libro titulado ‘Las Cuatro Leyes Espirituales.’ Este folleto contiene la esencia destilada del Evangelio y todo lo que una persona necesita saber para recibir a Cristo como su Salvador y Señor.”
Ella me dijo: «¿Piensa usted que realmente me oirá?»
“Sí” -le dije-, “El Espíritu Santo de Dios la guiará y fortalecerá.”
Esa misma tarde, ella me llamó. Estaba tan emocionada que apenas podía expresarse.
Me explicó cómo había seguido mis instrucciones y cómo su suegro disfrutó la cena. Ella fielmente le leyó el folleto de “Las Cuatro Leyes Espirituales.” El suegro escuchó atentamente y cuando terminó su lectura, ella le preguntó si le gustaría recibir a Cristo. El suegro le contestó: “Por supuesto, me gustaría.”
Entonces, inclinaron ambos su cabeza para orar, y él le abrió su corazón a Cristo y llegó a ser un hijo de Dios. Esta mujer, quien había orado por su suegro y le había testificado por años, descubrió que es el Espíritu Santo de Dios quien hace la diferencia al testificar.
Recuerdo las palabras finales que nuestro Señor les dijo a sus discípulos, y por medio de ellos a usted: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”
En mi opinión, el mayor avivamiento espiritual que ha habido desde el Pentecostés recién ha comenzado. Millones de cristianos están descubriendo esta gran fuente de poder que alteró el curso de la historia y trastornó al perverso Imperio Romano. Este mismo poder, el poder del Espíritu Santo, está siendo liberado en nuestra generación a través de las vidas de cristianos de fe y obedientes, para cambiar nuestro mundo y acelerar el cumplimiento de la Gran Comisión en nuestra generación.
De acuerdo a nuestras muchas encuestas, usted puede estar seguro de que la mayoría de sus amigos cristianos querrán también saber cómo pueden ser llenos del Espíritu Santo. Por lo mismo, me gustaría sugerirle que, dentro de las próximas veinticuatro horas, usted hable de cómo Dios lo ha llenado del Espíritu Santo, por lo menos con una persona más. El compartir con otra persona será una expresión tangible de su decisión de pedir la llenura del Espíritu Santo por fe.
El compartir cómo fue usted lleno del Espíritu Santo, indudablemente será de ayuda a otros que vendrán a regocijarse también en la vida abundante, prometida por nuestro Señor por medio del Espíritu Santo.
Usted puede continuar respirando espiritualmente por el resto de su vida. Exhale confesando sus pecados en cualquier momento que se dé cuenta que está contristando al Espíritu, e inhale apropiándose del poder del Espíritu Santo por fe, como un acto de su voluntad. Por medio de la respiración espiritual, usted puede vivir una vida abundante, gozosa y fructífera para la gloria de nuestro Señor y Salvador.