Lee un pasaje de las Escrituras y practiquen un canto de adoración.
11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.
4 pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad.5 Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,6 quien dio su vida como rescate por todos. Este testimonio Dios lo ha dado a su debido tiempo,
Ministrar las necesidades de los demás en oración, consejo bíblico y ánimo.
Alentar la responsabilidad amorosa de obedecer a Jesús
Elija una manera de proyectar visión de quiénes pueden llegar a ser en Cristo o lo que Dios puede hacer a través de ellos al:
Comparta la GRAN visión de "Una iglesia para cada ciudad y comunidad, y el Evangelio para cada persona”
36 Uno de los fariseos invitó a Jesús a comer, así que fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa.37 Ahora bien, vivía en aquel pueblo una mujer que tenía fama de pecadora. Cuando ella se enteró de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de alabastro lleno de perfume.38 Llorando, se arrojó a los pies de Jesús, de manera que se los bañaba en lágrimas. Luego se los secó con los cabellos; también se los besaba y se los ungía con el perfume.
39 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado dijo para sí: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la que lo está tocando, y qué clase de mujer es: una pecadora».
40 Entonces Jesús le dijo a manera de respuesta:
—Simón, tengo algo que decirte.
—Dime, Maestro —respondió.
41 —Dos hombres le debían dinero a cierto prestamista. Uno le debía quinientas monedas de plata, y el otro cincuenta.42 Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. Ahora bien, ¿cuál de los dos lo amará más?
43 —Supongo que aquel a quien más le perdonó —contestó Simón.
—Has juzgado bien —le dijo Jesús.
44 Luego se volvió hacia la mujer y le dijo a Simón:
—¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para los pies, pero ella me ha bañado los pies en lágrimas y me los ha secado con sus cabellos.45 Tú no me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies.46 Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume.47 Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados. Pero a quien poco se le perdona, poco ama.
48 Entonces le dijo Jesús a ella:
—Tus pecados quedan perdonados.
49 Los otros invitados comenzaron a decir entre sí: «¿Quién es este, que hasta perdona pecados?»
50 —Tu fe te ha salvado —le dijo Jesús a la mujer—; vete en paz.
1 Después de esto, Jesús estuvo recorriendo los pueblos y las aldeas, proclamando las buenas nuevas del reino de Dios. Lo acompañaban los doce,2 y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena, y de la que habían salido siete demonios;3 Juana, esposa de Cuza, el administrador de Herodes; Susana y muchas más que los ayudaban con sus propios recursos.
Preguntas adicionales que puede utilizar:
Jesús conoce a Simón, un curioso fariseo que vive en Cafarnaúm, que había estado siguiendo Su ministerio. Simón invita a Jesús a su casa junto con muchos otros fariseos. Jesús acepta la invitación para la cita divina dispuesta por el Padre para llegar a estos hombres religiosos y santurrones. Cuando comienza la noche, a Jesús no se le ofrece la hospitalidad del lavado, que normalmente se da a los invitados a la cena. Así que el Padre envió a una mujer pecadora a hacer estas cosas por Jesús. Jesús aprovechó la oportunidad para enseñar a los hombres sobre el corazón de aquellos que reciben el perdón: son honestos con su necesidad y son humildes. Simón había aprendido a encubrir sus pecados. Debemos tener cuidado de vivir con integridad, aceptando el perdón de Dios por nuestros pecados y no escondiéndolos como Simón.
Practique la entrega y la comunión aquí o en la sección Preparación para la Misión
Practique las habilidades necesarias o temas previos para ayudar a prepararse para ministrar a los demás: