Lee un pasaje de las Escrituras y practiquen un canto de adoración.
1 Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón,
y contar todas tus maravillas.
2 Quiero alegrarme y regocijarme en ti,
y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.
Ministrar las necesidades de los demás en oración, consejo bíblico y ánimo.
Alentar la responsabilidad amorosa de obedecer a Jesús
Proyectar visión de quiénes pueden llegar a ser en Cristo o lo que Dios puede hacer a través de ellos.
Ejemplo: Ya que todos están llamados a seguir a Jesús y ser pescadores de hombres, debemos darnos cuenta de que sólo hay dos tipos de personas en el mundo: las perdidas y las salvas. Las personas perdidas necesitan seguir a Jesús. Las personas salvadas necesitan aprender a pescar los perdidos. Cuando ves el mundo como dos tipos de personas, entonces tus interacciones diarias se vuelven mucho más simples. Si conoces a una persona perdida, testimonio causa de ello. Si conoces a una persona salvada, ofrécete a entrenarla. ¡No puede ser mucho más fácil que eso!
Lee Hechos 10:1-8.
1 Vivía en Cesarea un centurión llamado Cornelio, del regimiento conocido como el Italiano.2 Él y toda su familia eran devotos y temerosos de Dios. Realizaba muchas obras de beneficencia para el pueblo de Israel y oraba a Dios constantemente.3 Un día, como a las tres de la tarde, tuvo una visión. Vio claramente a un ángel de Dios que se le acercaba y le decía:
—¡Cornelio!
4 —¿Qué quieres, Señor? —le preguntó Cornelio, mirándolo fijamente y con mucho miedo.
—Dios ha recibido tus oraciones y tus obras de beneficencia como una ofrenda —le contestó el ángel—.5 Envía de inmediato a algunos hombres a Jope para que hagan venir a un tal Simón, apodado Pedro.6 Él se hospeda con Simón el curtidor, que tiene su casa junto al mar.
7 Después de que se fue el ángel que le había hablado, Cornelio llamó a dos de sus siervos y a un soldado devoto de los que le servían regularmente.8 Les explicó todo lo que había sucedido y los envió a Jope.
24 Un día después llegó a Cesarea. Cornelio estaba esperándolo con los parientes y amigos íntimos que había reunido.25 Al llegar Pedro a la casa, Cornelio salió a recibirlo y, postrándose delante de él, le rindió homenaje.26 Pero Pedro hizo que se levantara, y le dijo:
—Ponte de pie, que solo soy un hombre como tú.
27 Pedro entró en la casa conversando con él, y encontró a muchos reunidos.
28 Entonces les habló así:
—Ustedes saben muy bien que nuestra ley prohíbe que un judío se junte con un extranjero o lo visite. Pero Dios me ha hecho ver que a nadie debo llamar impuro o inmundo.29 Por eso, cuando mandaron por mí, vine sin poner ninguna objeción. Ahora permítanme preguntarles: ¿para qué me hicieron venir?
30 Cornelio contestó:
—Hace cuatro días a esta misma hora, las tres de la tarde, estaba yo en casa orando. De repente apareció delante de mí un hombre vestido con ropa brillante,31 y me dijo: “Cornelio, Dios ha oído tu oración y se ha acordado de tus obras de beneficencia.32 Por lo tanto, envía a alguien a Jope para hacer venir a Simón, apodado Pedro, que se hospeda en casa de Simón el curtidor, junto al mar”.33 Así que inmediatamente mandé a llamarte, y tú has tenido la bondad de venir. Ahora estamos todos aquí, en la presencia de Dios, para escuchar todo lo que el Señor te ha encomendado que nos digas.
34 Pedro tomó la palabra, y dijo:
—Ahora comprendo que en realidad para Dios no hay favoritismos,35 sino que en toda nación él ve con agrado a los que le temen y actúan con justicia.
14 Una de ellas, que se llamaba Lidia, adoraba a Dios. Era de la ciudad de Tiatira y vendía telas de púrpura. Mientras escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo.15 Cuando fue bautizada con su familia, nos hizo la siguiente invitación: «Si ustedes me consideran creyente en el Señor, vengan a hospedarse en mi casa». Y nos persuadió.
30 Luego los sacó y les preguntó:
—Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo?
31 —Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —le contestaron.
32 Luego les expusieron la palabra de Dios a él y a todos los demás que estaban en su casa.33 A esas horas de la noche, el carcelero se los llevó y les lavó las heridas; en seguida fueron bautizados él y toda su familia.
9 Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. «Sígueme», le dijo. Mateo se levantó y lo siguió.
10 Mientras Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y comieron con él y sus discípulos.